Dos minutos y 42 segundos es lo que dura el tema central de "El bueno, el Feo y el Malo". Casi tres minutos que son una eternidad. El tiempo suficiente para buscar un nombre en una tumba en un cementerio tan grande como una inmensidad; el tiempo suficiente para encontrar ese nombre en la tumba, cavar, encontrar el oro. Una canción, 2,42 minutos, una soga, unos sacos repletos de dólares y un rifle en la lejanía.
Mucho se ha dicho y escrito, y desde luego no seré yo quien descubra algún secreto inesperado. A pesar de todo el reconocimiento que han recibido estas tres películas nunca me parecerá justo. No me parece justo un 8,2 porque creo que sencillamente una película no puede ser mejor, ni más completa.
Parece que Leone comenzó en "Por un puñado de dólares" con un presupuesto muy limitado, y esto se dejó ver en el resultado. Aún así ya para mí es un completo éxito. Leone sería capaz de hacer una jodida obra de arte con la cámara de un móvil. La cuestión no es el dinero sino talento, para rodar y para crear personajes. Ya se sacó entonces una bonita historia de la chistera y la segunda fue todavía mejor porque entró el coronel Mortimer en escena. Se mantuvo el Manco, que antes fue Joe, y Gian María Volonté, que dejó de ser Ramón pero continuó siendo malo. La historia se complica y la calidad mejora. De hecho, me contó un amigo que para Tarantino la mejor escena de la historia del cine es el duelo final. No sé si será verdad o qué, pero si lo es no seré yo quien le lleve la contraria a Tarantino.
Por fin don Sergio parió la última de la "Trilogía del dólar". Puede que la mejor de ellas, o puede que no. Entra Tuco. Y Dios, qué pedazo de actor. El tercer ojo de don Sergio sigue a los tres buscavidas harapientos y desafeitados, cuyos caminos vuelven a cruzarse después de mucho tiempo. Y Ennio Morricone con la batuta. A esos que tuercen el hocico cuando les hablas de las películas de Sergio Leone les encendería una cerilla en la joroba.
Visto en perspectiva, "El Bueno, el Feo y el Malo" añade otros factores que ya no se limitan al western puro. Situar la trama en medio de la guerra civil norteamerica es una pirueta de genio que enriqueció la historia y permitió darle una vuelta de tuerca inesperada. Entonces la película se convierte en todo un alegato antibelicista. En el mundo de Leone se mata por dos motivos: para salvar el pellejo y por dinero, no por ideales ajenos y estúpidos. La vida tiene el valor que dicte un cartel pegado en la pared de una estación. En los desiertos de Almería los pistoleros no usan cuchilla de afeitar, no son guapos, y no son decentes. "El honor que se lo queden John Wayne y John Ford", debió de pensar don Sergio.
"Verás, el mundo se divide en dos categorías: los que tienen el revólver caragado y los que cavan. Tú cavas".