Tenemos una obra en la que nuestro héroe, que no tiene nombre, se enfrenta a una épica lucha contra el mal en la que tiene que conseguir algo que no parece tener relevancia en la trama, conoce a Robert Pattinson, que por cierto; se llama Neill, y se hace amigo de Elizabeth Debicki, en un principio para hacer avanzar el relato, ¿No?

Existe un futuro apocalíptico desde el que saben trucar armas para que funcionen invertidas en el tiempo. Lo curioso es que el hecho de que las armas estén invertidas no cambia para nada su finalidad. Hay pinzas temporales, efectos visuales alucinantes, un relato que funciona como si tuviera la forma de un reloj de arena, una soberbia dirección de Christopher Nolan y…
unos personajes aburridos, una falta de explicación inmensa para una película tan grande y un clímax épico que termina por no importarme dada la falta de carisma de los personajes. Vamos a ver, John David Washington ve un arma invertida y su reacción de sorpresa o asombro es mínima.
Robert Pattinson sí es más carismático, y desde luego ya le podéis perdonar por “Crepúsculo”.

La idea principal y central de la trama me parece soberbia, el problema es que creo que o a Nolan se le va la mano con el guión o se pilla los dedos argumentalmente.
Los personajes no saben lo que está sucediendo, y aún así lo aceptan todo con la pasmosa normalidad con la que yo puedo aceptar que se me ha escapado el tren al acudir a mi trabajo.
Hay una trama sobre un cuadro de Goya que termina pareciendo irrelevante…

Sinceramente, creo que Nolan imprimió una brillante visión en “Memento” y “Origen”, pero aquí se le fue tanto de las manos que ni él mismo terminó sabiendo lo que quería, y el resultado es una película de 6.
Se puede ver, pero aporta poco y llena menos.