Dada la situación de la industria cinematográfica en la actualidad, resulta inevitable percibir un movimiento malabarista en las productoras y estudios cinematográficos, los cuales han visto su papel relegado al de arriesgados funambulistas que caminan en la cuerda floja de un negocio en marcada crisis. Sin embargo, ese cable por el que caminan la mayoría de las grandes empresas del séptimo arte, parece ser muy ancho cuando se trata de los estudios de animación Pixar. Sus pasos son firmes y seguros, conscientes de su posición privilegiada en la cúspide de un éxito que parece vivir una plenitud eterna.

Es probable que la confianza que da poseer la gallina de los huevos de oro de la animación, unida a la mano invisible de Disney tras la compra del brillante estudio del flexo, hayan rebajado el listón de excelencia que hace años, los chicos de Lasseter y compañía no querían rebajar bajo ningun concepto. Con el currículum que da la "trilogía de la excelencia" formada por "Ratatouille", "Wall-E" y "Up", y con esa obra de arte eterna que fue "Toy Story 3", Pixar dieron buena cuenta de su capacidad para conjugar en sus películas los elementos clave para crear obras que maravillasen a los pequeños y enamorasen a los adultos devolviendo al cine en general, y no solo al de animación su grandeza. Sin embargo, en los últimos años, una pequeña crisis creativa esta sucumbiendo entre estos genios, con secuelas forzadas, y reinvenciones de estereotipos clásicos a cuestas... y ahora en 2013, con su primera precuela.

"Monstruos University" recupera a Mike y Sully, dos personajes que sin ser los más emblemáticos de los estudios, si que pervivían en la memoria colectiva con cariño y afecto, como los protagonistas de "Monstruos S.A.", una película que sin alcanzar la excelencia, si que ofreció en su momento un humor sensacional que hizo las delicias de padres, hijos y cinéfilos varios. Ahora, de la mano de Dan Scanlon, nos sumergimos en los orígenes de esa amistad en un homenaje descubierto a todos aquellos "nerds" que esconden un héroe en su interior, parodiando con gran gusto numerosas cintas de cine adolescente sin esconder esos guiños cinéfilos en ningún momento.

Y en su nueva obra, Pixar siguen haciendo gala de ese buen hacer para cumplir con su incontable legión de seguidores. Personajes perfilados con maestría y secundarios maravillosos que hacen gala de un humor inteligente y delicado; una animación de una calidad excelsa que parece no conocer límites; y la capacidad de contar historias con ritmo y acción sin descuidar ese mensaje necesario para el público infantil, que convierte cada nueva película suya, en una pequeña fábula con moraleja. Pero cumplir con tus espectadores, no es sorprenderles. La sorpresa tiene lugar cuando encoges el corazón de aquel que te presta su oído y sus ojos para que despliegues ante él un lienzo de emociones que sobrecojan su alma... y esa paleta de colores parece haber quedado guardada en un cajón de los estudios californianos. Cabe esperar que no muy al fondo...

Pixar siguen siendo los alumnos destacados del cine de animación actual, y son conscientes de ello. Pero es aconsejable que no descansen demasiado tiempo en esa autocomplacencia, no porque exista peligro de que pierdan su posición de poder, sino porque muchos somos los que estamos deseosos de ver como despliegan otra vez toda su magia en esa explanada de genialidad que es para ellos la gran pantalla.