La pena del cine actual, y de nuestra propia mentalidad, hace que el ser humano, sepa de antemano en la mayoría de los casos, gran parte de lo que va a ocurrir en la película que va a ir a ver.



Entre tráilers, anuncios, críticas especializadas o no, y en muchos casos resolver las dudas de si vale la pena o no pagar, nos vamos contagiando de la pérdida de sorpresa filmográfica que puede generar todo este revuelo, y la posterior falta de objetividad que supone ver algo que ya sabes con que talante se desarrollará.

Eso suele pasar, y en segundas o terceras partes todavía más, ya que siendo vistas las predecesoras tendemos a opinar de forma tendenciosa, antes, durante y después del visionado. Todo ello con muchas dudas, como las generadas propiamente por la crítica especializada.

Creo que en este caso nadie se equivoca, pero nadie acierta tampoco. Es muy difícil valorar si la película es buena, teniendo en la palma de la mano izquierda el sello de [REC], y quizás es más difícil todavía decir que es mala, si en la mano derecha no lo tenemos.

Mi opinión es que a pesar de todo, la película empieza muy bien. El formato que nos muestran es original y cautivador, y a pesar de que se rompa un poco el enclave de cámara única, con el juego de puntos de vista, logra mantener ese estilo de antaño, con música de la que según donde suene puede llegar a inquietar.

Llegamos a la boda, y realmente se me pone el bello de punta cuando Koldo se anima a cantar "No puedo vivir sin tí". Entiendo que toda la elección para hacer la boda completamente real ha dado sus frutos.

Seguimos con los momentos típicos, bien llevados, sin forzar la máquina, haciendo de la espontaneidad del momento un guión realista de la situación, y esperamos impacientes a los previsibles momentos terroríficos posteriores.

En cuanto llegan esos momentos, y algún sabio se ilumina poniendo [REC 3] en pantalla y una continuidad de filmografía visual normal, empieza la catástrofe.

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