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Voto de Quatermain80:
8
Drama Realizada para conmemorar el décimo aniversario de la Revolución de Octubre de 1917, narra los acontecimientos ocurridos en San Petersburgo, desde entonces Leningrado, a través de las vicisitudes de un campesino que llega a la ciudad intentando escapar de la miseria y del hambre. (FILMAFFINITY)
21 de enero de 2010
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta obra de Pudovkin, uno de los grandes clásicos del cine soviético junto a Eisenstein y Dovjenko, es un ejemplo más de la perfección que dichos autores alcanzaron en el desarrollo pleno del lenguaje cinematográfico, que en su opinión dependía del montaje.

"El fin de San Petersburgo" cuenta la toma de conciencia por parte de un obrero corriente para mostrar las motivaciones de la revolución de octubre, argumento que seguía la línea emprendida anteriormente por Pudovkin en "La madre" y que culminaría en "Tempestad sobre Asia"; en todas ellas es un personaje anónimo el que, empujado por los acontecimientos y la realidad circundantes, acaba asumiendo el proyecto revolucionario y convirtiéndose en un héroe, o heroína, del mismo.

Si hay algo que separa a Pudovkin de Eisenstein es su rechazo del formalismo, que en su opinión daba una expresión demasiado fría y descarnada a las películas. Por ello, Pudovkin construye obras como la presente, en la que sin renunciar al valor alegórico y simbólico del relato (véase la superposición de planos del magnate con un monumento ecuestre), presta atención a la identificación de los espectadores con el núcleo argumental, intención que es reforzada por la importancia que se concede a la labor de los intérpretes. Así, mientras que en la obra de Eisenstein son las masas las protagonistas, en la de Pudovkin abundan más los personajes singulares. Pese a estas diferencias ambos eran grandes maestros del montaje, que en palabras del autor del filme constituye "la base estética de la expresión cinematográfica"; en efecto, fueron los directores del cine soviético de estos años quienes lograron una mayor maestría en el dominio del lenguaje fílmico, construyendo una "sintaxis" enormemente eficaz a la hora de transmitir ideas y sentimientos. Es por eso, quizás, por lo que la llegada del sonoro nunca les sentó demasiado bien. Siguieron haciendo películas, desde luego, y algunas muy buenas, pero sin alterar en lo esencial su forma de hacer cine; al fin y al cabo, las imágenes que ellos montaban "hablaban por sí solas".

Por tanto, "El fin de san petersburgo" es una muestra de todas estas teorías, brillantemente llevadas a la práctica por su director, que logra secuencias de enorme impacto visual y dramático. El filme transcurre pausado en su inicio para después ganar ritmo, a medida que se muestra la guerra (más bien se sugiere) y la revolución. El último tramo de la película es muy hermoso, especialmente la secuencia en que una mujer lleva pan a los revolucionarios heridos y exhaustos, en la que los rostros de unos y otros alcanzan máximo protagonismo y expresividad, por medio de unos bellos primeros planos.
Quatermain80
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