Recuerdos de Woody Allen, es una comedia dramática en la que el director saca sus propias sensaciones sobre la relación con su público y lo que este piensa de su cine, y lo hace tomando como base su admiración hacia Fellini por las similitudes de la película hacía ocho y medio 8 1/2. Dirigida con un ritmo ligero y enérgico, y de forma distinta a su estilo más habitual, logra crear un film original y crítico hacia la opinión que admiradores y prensa tenían de él como cineasta, obteniendo un resultado peculiar y diferente al resto de sus films.
La fotografía en blanco y negro, está llena de matices elegantes y evocadores, en un idóneo y excelente trabajo visual que es estéticamente llamativo. La música, con jazz al principio y al final como en la mayoría de sus films, usa sonidos rítmicos y deleitosos que son atractivos y sugerentes en unas melodías inspiradores y sensacionales, realizando uno de los mejores acompañamientos sonoros de todos sus films. Y los planos y movimientos de cámara, completan un notable trabajo técnico en el que resalta el avanti, retroceso, planos voyeur, reconocimiento, seguimiento, subjetivos, primeros y primerísimos planos informales y rápidos, que dan dinamismo a la cinta.
Las actuaciones, son naturales y verosímiles. Contando con las interpretaciones de Woody Allen, Charlotte Rampling, Jessica Harper, Marie-Christine Barrault, Tony Roberts e incluso una breve aparición de una jovencísima Sharon Stone entre otros. Empleando para estos, unos vestuarios y caracterizaciones elegantes y naturales, que son apropiados para una variada dirección artística.
El guion, escrito por el mismo director, es algo intrincado pero agradable, con toques interesantes y acertados que lo hacen divertido e incluso provocador, ya que es personal y profundo en su modo de reprochar con estilo a los que lo examinan con la intención de punzar de manera insana. Y que es llevado a cabo, con una narrativa enigmática y misteriosa por sus extrañezas, como parte de un experimento hipnótico cuya única solución está en la cabeza del director.
Concluyendo, la considero una obra íntima y particular de Allen, cuya sutil mezcla de protesta a su entorno como director de éxito y su admiración hacia el director italiano Fellini, es cuanto menos interesante. Cumpliendo y llamando la atención por ser llevada al exceso al querer hacer sentir al espectador durante un rato, lo que el padece continuamente. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, música, planos, movimientos de cámara y narrativa que vuelven a Recuerdos, un film distinto, irónico y crítico del genial director neoyorkino.