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Voto de Gould:
2
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7,8
157.463
Bélico. Acción. Comedia
Segunda Guerra Mundial (1939-1945). En la Francia ocupada por los alemanes, Shosanna Dreyfus (Mélanie Laurent) presencia la ejecución de su familia por orden del coronel Hans Landa (Christoph Waltz). Después de huir a París, adopta una nueva identidad como propietaria de un cine. En otro lugar de Europa, el teniente Aldo Raine (Brad Pitt) adiestra a un grupo de soldados judíos ("The Basterds") para atacar objetivos concretos. Los ... [+]
20 de mayo de 2017
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
A Tarantino le sucede lo que a Almodóvar: su gran ojo como cineasta queda malgastado por su mediocridad como guionista cuando el cimiento básico de toda película es un guion sólido y verosímil lo que no excluye, en ningún modo, la fantasía disparatada o la libérrima imaginación. A estas alturas todos sabemos que desde “Pulp fiction” o “Jackie Brown” –esta última con guion ajeno y hace ya veinte años de ellas- Tarantino no ha rodado ninguna gran película. Lo que muchos otros no intuían es que pudiese llevar su prometedora y ya desaparecida carrera cinematográfica –hablo de interés cinematográfico no crematístico- a un nivel tan bochornosamente inferior.
La película no funciona ni como peli de guerra ni como farsa. Ni siquiera como guiñapo majadero-posmoderno que vampiriza infructuosamente spaguetti-western, el descabellado cine bélico de los 70 – “Los violentos de Kelly” o “Doce en el patíbulo”- el mundo de los comics o cualquier otro ingrediente de su guiso “d’intelligence” para el disfrute de un espectador alimentado a base de cultura de solapas y series de televisión. De hecho, es que no funciona como película sin más. Toda ella tiene un tono didáctico, moroso, enfático, redicho, autosatisfecho y narcisista verdaderamente insoportable, insufrible en sus aburridísimas parladas autoimitativas, en su retrato cretino e infantil, idiota, de Hitler o Goebbels, con un guion lleno de agujeros, históricamente inverosímil, al que le sobran minutos y minutos, que considera al espectador un cretino inútil al que hay que explicarle todo, y que se regodea de modo totalmente gratuito en la violencia y el gran guiñol, con escenas dignas de un videoclip de Madonna y unas actuaciones –sí, vale, es bueno el trabajo de Christoph Waltz- sin brillo ni hondura.
Es que es muy mala, amigos míos, y solo desde un oceánico desconocimiento de la historia del cine, solo desde una soberana ignorancia sobre el arte del cine se puede colocar este engendro, este capricho de niño mimado y millonario, esta estafa a la inteligencia, este producto adocenado, que solo puede epatar a viejecitas de salud frágil, esta ensalada pretenciosa y autocomplaciente en un lugar distinto del basurero del cine. Es, en suma, el cine en grado cero.
La película no funciona ni como peli de guerra ni como farsa. Ni siquiera como guiñapo majadero-posmoderno que vampiriza infructuosamente spaguetti-western, el descabellado cine bélico de los 70 – “Los violentos de Kelly” o “Doce en el patíbulo”- el mundo de los comics o cualquier otro ingrediente de su guiso “d’intelligence” para el disfrute de un espectador alimentado a base de cultura de solapas y series de televisión. De hecho, es que no funciona como película sin más. Toda ella tiene un tono didáctico, moroso, enfático, redicho, autosatisfecho y narcisista verdaderamente insoportable, insufrible en sus aburridísimas parladas autoimitativas, en su retrato cretino e infantil, idiota, de Hitler o Goebbels, con un guion lleno de agujeros, históricamente inverosímil, al que le sobran minutos y minutos, que considera al espectador un cretino inútil al que hay que explicarle todo, y que se regodea de modo totalmente gratuito en la violencia y el gran guiñol, con escenas dignas de un videoclip de Madonna y unas actuaciones –sí, vale, es bueno el trabajo de Christoph Waltz- sin brillo ni hondura.
Es que es muy mala, amigos míos, y solo desde un oceánico desconocimiento de la historia del cine, solo desde una soberana ignorancia sobre el arte del cine se puede colocar este engendro, este capricho de niño mimado y millonario, esta estafa a la inteligencia, este producto adocenado, que solo puede epatar a viejecitas de salud frágil, esta ensalada pretenciosa y autocomplaciente en un lugar distinto del basurero del cine. Es, en suma, el cine en grado cero.