Sweney Todd es una película larga, tal vez demasiado larga. No soy un gran aficionado a los musicales aunque tengo que admitir que disfrutado con algunos (Los Miserables y La Tienda de Los Horrores son algunos ejemplo). Desgraciadamente los números musicales de Sweeney Todd se me han hecho bastante pesados. Y es que aparte de que se pasan el 90% de la película cantando los números son bastante irregulares. Es otras palabras algunos están bien pero la mayoría son un tostón. Me inclinaré hacia lo bueno y destacaré a dos por encima del resto: el duelo de afeitados entre Pirelli y Todd y en número musical en el que vemos al señor Todd rebanando un número considerable de pescuezos sin apenas despeinarse (cosa difícil teniendo en cuenta el corte de pelo que luce Deep en la película).

Sweeney Tood es en muchas ocasiones lo morbosamente retorcida para dejarnos casi hipnotizados en la silla pero por desgracia el exceso de canciones hace que el ritmo se resienta y al final termines harto de tantos gorgoritos y desees con todas tus fuerzas que a más de un personaje le llegue por fin la hora de entonar el canto del cisne. En mi opinión la película hubiera funcionado mejor si se hubieran reducido las canciones a la mitad e introducir más diálogos “convencionales”.

Lo mejor (como en casi todas las películas de Burton) es la muy cuidada ambientación (fastuosos decorados victorianos, tenebrosa iluminación, fantástico vestuario etc..), la sangre corriendo a chorros y en ocasiones hasta salpicando la pantalla, la genial interpretación de Deep (atención al momento en que este sujeta su navaja por primera vez y proclama a los cuatro vientos “Por fin mi brazo está completo”) y la siempre impresionante presencia de Alan Rickman en el papel de Juez Turpin.