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Voto de Néstor Juez:
7
Romance. Drama La historia tiene lugar en el siglo XIX y explora las relaciones entre los miembros de la alta sociedad rusa. Ana Karenina, una mujer de la alta sociedad que se enamora del joven y apuesto oficial Vronski, abandona a su esposo y a su hijo para seguir a su amante. Nueva adaptación de la novela de León Tostói. (FILMAFFINITY)
3 de abril de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de Orgullo y prejuicio y Expiación, el hecho de que Joe Wright decidiese adaptar por enésima vez la novela homónima de Tolstoi, para la que volvió a contar con Keira Knightley para el papel protagonista, parecía un retorno a su estilo de manera poco arriesgada. Por consecuente, Anna Karenina supone un retorno continuista a las características principales y obsesiones del director inglés, después del muy estimulante cambio de tercio que supuso Hanna.

Aunque esta decisión parezca una estrategia conservadores, Wright consigue insuflar a la obra rusa un soplo de aire fresco y hacerla importante para el gran público, partiendo como factor más importante de una portentosa puesta en escena. Utilizando un escenario alrededor del cual gira toda la acción, la película se plantea como si fuera una obra de teatro, siendo el mundo que rodea a los personajes una escenografía que se transforma dependiendo del lugar donde suceda la acción, único elemento que no se desplaza. Los personajes siguen un movimiento entre escenas similar a una coreografía, y el ritmo visual de las secuencias (llenas de efectivos travellings y largos planos) ayudan a crear esta sensación de dinamismo, que agiliza la densa obra original, haciéndola mucho más llevadera, junto con recursos de estilo tan curiosos como la congelación de la acción alrededor de Karenina para incrementar su sensación de incomodo.
Una melodramática música de Dario Marianelli ayuda a crear una intensidad emocional en la historia y dotar de mayor trascendencia a las imágenes, recurso eficaz pero ya manido. Del mismo modo, el ágil ritmo provoca que una obra de tal calado concluya muy rápido y no pueda alcanzar la profundidad deseable en los momentos dramáticos. Pero si un defecto pesa más que el resto es el poco carisma del personaje de Knightley y la escasa empatía que despierta (también influenciada por la propia naturaleza del personaje, en contraste con el de su marido, mucho más logrado y, finalmente, entrañable).
A pesar de no ser la mejor película del director supone un episodio coherente dentro de su trayectoria , y de una calidad técnica fuera de toda duda.
Néstor Juez
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