Paul Verhoeven dirige un universo que funciona a la perfección. Todos los elementos del film se acoplan de manera exquisita para ofrecer lo que ya se ha convertido en un imprescindible del género de ciencia – ficción.

La historia evoluciona sin traspiés, respetando la cadencia que, eso si, impone más el guión que los propios actores que ejercitan una actuación correcta, sin llegar a creerse el papel del todo, más centrados, digo yo, en no desentonar con el atrezzo y las luces del decorado que en salvar al mundo de las garras de unos flamantes enjambre de aracnoformes que invaden la pantalla para colonizar nuestra atención.

Todo se conjuga para ofrecer una cinta más estética y superficial que cruda y profunda, pero con efecto, contundente, acompañada de una banda sonora que te hace soñar más allá de los limites de la pantalla. Es difícil encontrar una película donde se integren tantos elementos – amor, desengaño, sentido del deber, responsabilidad familiar, conflicto ciudadano y armamentístico, etc. - y que mantenga la intensidad hasta el final sin que el espectador se revuelva en su butaca. Por último, haré alusión a los magníficos efectos especiales, merecedores de la nominacíón al Oscar en 1997, que suman verosimilitud a la narración.

Por todo esto creo que se merece un 7, porque estamos ante una “buena” película que nos hará pasar un rato agradable solo o en compañía, ya que, a mi parecer, se podría encontrar en el espectro de películas para toda la familia, aunque los más infantes necesiten de un par de años para comprender ciertos giros, comentarios y acciones.