Haz click aquí para copiar la URL
España España · Granada
Voto de Kikivall:
9
Drama Colin Smith es un joven de clase obrera que vive en los alrededores de Nottingham. Un día comete un robo en una panadería y es enviado a un reformatorio. Una vez allí empieza a correr, y gracias a sus cualidades como corredor de fondo va ganando puestos en la institución penitenciaria. Durante sus entrenamientos reflexiona sobre su vida anterior y empieza a comprender que se encuentra en una situación privilegiada. (FILMAFFINITY)
2 de mayo de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El libreto de esta película fue escrita por Alan Sillitoe (1928-2010), adaptación de un relato (“The loneliness of the Long Distance Runner”, por cierto escrito en Alicante!!), con el que ganó en 1959 el premio Hawthornden. Sillitoe pertenece a los Angry Young Men (“jóvenes iracundos o jóvenes airados”), un grupo de escritores británicos que vienen a reflejar en sus obras de mediados del pasado siglo la amargura de las clases bajas respecto al sistema político de ese tiempo y la mediocridad e hipocresía de las clases medias y altas. Creo pertinente comenzar los comentarios de esta película por el guión; al fin son éstas, las mimbres que vertebran la cinta que tendrá un final de pasmo.

Esta obra de Tony Richardson se sitúa en el Free Cinema inglés, un poco al modo de la Nouvelle Vague francesa, construyendo un retrato acerado y veraz de la juventud de los cincuenta-sesenta, que ponía el acento en los aspectos más conflictivos y duros de esta generación de adolescentes. Sobre todo en la relación difícil que estos chicos mantenían con una sociedad que abominaban, lo que incluía los métodos educativos punitivos y obsoletos que la sociedad empleaba en su inútil afán de reeducarlos. Quiero recordar aquí que sólo tres años más tarde, en 1959, François Truffaut estrenaría “Los 400 golpes”, una severa crítica social y educativa en la Francia demolida de finales de los cincuenta y un niño que busca su libertad; y en 1968, Lindsay Anderson estrenó If…, película en la que el pionero del Free Cinema inglés arremetió sin piedad contra la enseñanza superior e hizo una violenta sátira hacia establishment británico del momento.

En esta película el tema central es ese joven interno que no encuentra mejor forma de descargar su naufragio, su soledad y su rabia que corriendo por medio de los árboles o la campiña. El resentimiento y la acritud clasista es mostrada de manera vibrante e íntima, afligida, naturalista y poética, en la incesante carrera pedestre a ninguna parte de ese atleta que ha perdido toda esperanza de ser algo, enloquecido como está.

Tiene el film una gran interpretación del joven Tom Courtenay (en 1962 fue premiado como “mejor actor principal debutante” en los premios BAFTA y “mejor actor” en el Festival de Mar del Plata). Su director hace un sugerente y agudo intercalado de flash-backs que narran la vida anterior del muchacho que corre sin parar, que logra que el relato en su conjunto encaje plenamente. En realidad, Richardson lleva a cabo una decisiva dirección que hace de esta cinta una de las obras clásicas del cine europeo que sin duda resulta imprescindible para cualquier cinéfilo. Contada con brío, sin sermones y con mucha causticidad. Es de esas películas que no se olvidan, bien sea porque se queda en la retina o porque marca a fuego nuestra mente.

Ver este film es ver un claro manifiesto de lucha con el sistema establecido, una actitud de confrontación con un presente y futuro determinado, con el inconformismo omnipresente ante una amazacotada comunidad que valora al individuo en cuanto hace, en su aislamiento, una contribución para conseguir el deleite del poder instituido. Contado todo ello en un crudo blanco y negro y con un clímax palpitante.

Tiene la película una meritoria banda musical de John Addison de corte jazzístico. Una gran fotografía en blanco y negro de Walter Lassally que sabe explorar con lucidez el interior del reformatorio o los rasgos psicológicos de los educadores.

Mientras España aguantaba el tirón con estoicismo y paciencia gris, en Europa el cine ponía en solfa ese tipo de coordenadas sociales y pedagógicas; también en EE.UU. en 1967 llegó “El graduado”, agridulce comedia generacional. En España no fue hasta 2004 cuando Pedro Almodóvar filmó una película auténticamente crítica sobre esta temática: “La mala educación”, Almodóvar, quien por cierto padeció esa educación perversa y severa en un internado.

Al final del film los chicos del colegio cantan a todo pulmón el poema “Jerusalem” de William Blake, el importante poeta y pintor británico del siglo XVIII, el mismo poema que no por azar suena también al final de la película, todo un icono británico, el himno oficioso de Inglaterra, que no sin ironía Richardson intercala entre los fotogramas de su obra y cuyos versos dicen así:

"¿Y caminaron esos pies en tiempos remotos
sobre el verde de las montañas de Inglaterra?
¿Y fue entonces el Sagrado Cordero de Dios
visto en los agradables pastos de Inglaterra?

¿Y brilló pues el Divino Semblante
sobre nuestras nubladas colinas?
¿Y fue Jerusalén construida aquí
entre esos oscuros Molinos Satánicos?

¡Traedme mi arco de oro ardiente!
¡Traedme mis flechas de deseo!
¡Traedme mi lanza! ¡Oh nubes, abríos!
¡Traedme mi carroza de fuego!

No cesaré en mi lucha mental,
Ni dormirá mi espada en mi mano
Mientras una nueva Jerusalén hayamos construido
En verde y apacible Inglaterra".

Jerusalem (William Blake, 1757-1827)
Kikivall
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow