Ante todo se trata de una película, y como tal creo que funciona. Como la entrada bélica, anticipando lo que significa el adjetivo "feo" utilizado por Grant. Las argucias legales y los chascarrillos de abuelo cebolleta(*) pueden responder o no a la verdad, pero retratan a un personaje (un abogado) un tanto insondable, lo cual cuadra con todas las lecturas, que es lo que más le conviene a cualquier político. Las caracterizaciones, las interpretaciones y la ambientación superan con creces a muchas películas sobre la época. Si además hubiesen traslucido las motivaciones socio-económicas de la aprobación de la decimotercera enmienda con (por ejemplo) una conversación de mesa camilla al estilo de "La solución final", tendríamos un peliculón. Pero ¿desde cuándo al CINE hay que bajarle la nota por mentiroso?