A los que nos gusta el cine de entretenimiento con acción, lágrimas, drama, sangre, moco y pujidos, la película Roma no nos llegó.
A los culturosos que se fijan en las tomas de cámara, los claroscuros del entorno y la vívida sensación del recuerdo o mínimamente del deja vu es una película fascinante.
Yo floto entre una y otra impresión. Habré de verla una segunda y tal vez una tercera vez para que acabe de encajar en mi ánimo y ser yo el que varíe.
Yalitzia muy guapa, me dejó impresionado su figura, su belleza de bronce (cantada por Nervo en su épica gloriosa) que para nada son de indígena estereotipada con deterioro físico. De hecho es en ella donde subyace el encanto de la película reflejando nuestro México tal como es: lastimado, herido y a la vez inamovible, sin arredrarse ante los desvaríos a los que se le somete.