Esta película es una delicia en cuanto al metalenguaje cinematográfico y la interpretación de un gran actor y director. No aburre, llena de estilo hasta el final los diálogos, buscando las críticas hacia la figura del “hombre”” por antonomasia que tanto encarnó Eastwood y que durante tantos años investigó, moldeó, y le fascinó. Un verdadero elefante de dos patas y un papel al que da muerte en Grand Torino cerrando la evolución que sin duda paralelamente al cine tuvo su persona hasta encontrarse a sí mismo. Quizá en esta época casi veinte años después la película tenga más valor para entenderla en su totalidad.

La veo grande en intenciones, que no se llevan a término quizá por reducir el metraje final de la cinta, pero no es necesaria la masticación para ver que es un objetivo grande valientemente abordado, pero no con la suficiente contundencia. Los personajes principales destilan carisma, y eso hoy en día no se ve fácilmente, ni tampoco muchos elefantes por desgracia.