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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de Charly Barny:
8
Drama En un pequeño pueblo de la Inglaterra de 1959, una joven mujer decide, en contra de la educada pero implacable oposición vecinal, abrir la primera librería que haya habido nunca en esa zona. (FILMAFFINITY)
21 de abril de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La nueva película de la directora catalana Isabel Coixet (Mi vida Sin Mí, 2003; La Vida Secreta de las Palabra, 2005) es una hermosa parábola sobre la libertad del individuo. La acción transcurre a fines de los años ´50, en un pueblito de Inglaterra llamado Hardborough, donde una mujer de mediana edad, Florence Green ha decidido montar una librería, años después de haber quedado viuda durante la segunda guerra mundial.
Florence concentra su esfuerzo en poner en marcha su negocio de venta de libros pero su escollo principal será su lucha contra los estamentos de poder del pequeño pueblo: El banquero que no quiere correr ningún tipo de riesgo, la aristócrata que pretende hacer de la casa de Florence un museo, los problemas que acarrea la contratación de trabajo infantil, la necesidad de contar con el apoyo de los proveedores. En la medida que el film avanza se van desnudando los resortes de poder de un pequeño pueblo, en el que todos los estamentos están debidamente representados, a la vez que van apareciendo las limitaciones que tiene una simple mujer trabajadora para llevar a cabo su pequeña empresa.
De esta manera, contada con mucho tacto, fineza y sentido del ritmo cinematográfico, Coixet elabora una profunda reflexión sobre la dificultad del individuo para lograr sus objetivos, llegar a ser alguien, y construir una vida en función de su trabajo. La directora elabora el relato mostrando el esfuerzo de una mujer que busca superar la soledad de su viudez, valerse por sí misma, al mismo tiempo que intenta alcanzar un sueño. Pero no es solo una aventura individual. Es también la del choque del pueblo frente al poder, aquel que cuando funciona mal o está en las manos incorrectas, abusa atropellando las libertades individuales. Es el dilema de la libertad del individuo frente al poder del Estado.
Basado en el libro del mismo nombre escrito por Penélope Fitzgerald en 1978, y con guión de la propia directora, la película no solo logra una excelente pintura costumbrista construida a partir del ritmo de una comedia típicamente inglesa sino también describir las dificultades diarias de una mujer sola que simplemente desea armar el negocio que siempre ha soñado para poder ganarse la vida y vivir de lo que le gusta hacer. En ese aspecto, el film se alza como una canto a la vida y a la voluntad de una mujer culta, que ama los libros, que conoce de autores, que busca identificar el gusto de sus clientes tratando de satisfacerlos literariamente. Una mujer respetada en el pueblo cuya moralidad esta fuera de toda sospecha que choca contra los poderosos del pueblo al traer a su negocio aquellos nuevos libros (Fahrenheit 451 de Ray Bradbury, Lolita de Nabokov, etc) que obligan a abrir la mente del lector, provocando un despertar cultural que altera el statu quo del poder hegemónico de la clase gobernante.
Con una notable actuación de Emily Mortimer en el papel de Florence, una actriz de larga trayectoria en la televisión inglesa cuyo antecedente más importante en el cine es haber trabajado en Match Point de Woody Allen. Su papel en La Librería es hegemónico, su presencia en la trama es permanente y todo el argumento gira en su torno. Está muy bien acompañada por el siempre eficiente Bill Nighy, el recordado rockero de Realmente Amor (2003), y por Patricia Clarkson (Lejos del Cielo, 2003) en el papel de su contrincante, la aristócrata Violet Gamart.
Isabel Coixet logra con La Librería una de sus mejores películas. Un film lleno de buen tacto y fineza narrativa que describe con suma delicadeza y pasión un momento en la vida de una solitaria mujer que simplemente quiere concretar un sueño: una librería en un pueblo que se convertirá en el eje de una disputa que parece molestar a los más poderosos, desnudando la mediocridad y los intereses espurios en que se mueve una sociedad en la que las diferencias de clase aún no han desaparecido.
Charly Barny
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