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Voto de Joan:
8
17 de diciembre de 2014
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Evocación e invocación de remotos tiempos, cuyo amo y señor era el jazz; anheladas, añoradas épocas aquí fabulosamente recreadas por el amante de Manhattan. Una historia de amor de las de previa antipatía, hasta que los sentimientos despiertan y a los amantes despiertan. Como hilo conductor, un cáustico debatir sobre lo desconocido, lo mágico, con el contrapunto del descreimiento y el racionalismo, lo científico, el agnosticismo. La dialéctica de la utilidad o no utilidad de creer en algo más de lo que presenciamos, la de ceñirse estricta y tozudamente a lo que llamamos realidad, aunque sin detrimento de los sueños, buenos y funcionales en el devenir vital. Y, finalmente, sentimientos originados por ¿algo mágico? ¿por el hechizo de la luna en la noche brillando? ¿por la atracción de polos opuestos de dos elementos apuestos? ¿por el pasear por la Provenza? ¿no se tratará, acaso, de la asistencia a fiestas de alto copete? ¿la música? ¿el baile? Sea como fuere, ahí tiene la (última) palabra el amor, trátese de magia, de química o de ciencia.
En el dramatis personae, una altamente adecuada Emma Stone luce de perlas vestimentas y sombreros en su papel de linda y dulce médium, rigurosamente vigilada por un ácido a la par que dandy Colin Firth, en una socarrona variante del Darcy de “Orgullo y prejuicio” lleno de ídem.
De calidad y encantadora cinta.
En el dramatis personae, una altamente adecuada Emma Stone luce de perlas vestimentas y sombreros en su papel de linda y dulce médium, rigurosamente vigilada por un ácido a la par que dandy Colin Firth, en una socarrona variante del Darcy de “Orgullo y prejuicio” lleno de ídem.
De calidad y encantadora cinta.