Una buena película para un Domingo por la tarde, sobre todo si queremos partirnos la caja de risa.
Un geólogo llega a un pueblucho para investigar unos seísmos y tras ver un par de ardillas muertas y 2 cadáveres flotando, avisa al pueblo entero de que deben ponerse en alerta de evacuación sin tener datos científicos. Simplemente su intuición y su mala experiencia anterior con un volcán malísimo (en la que perdió a su mujer... increíble) le llevan a la certeza de que el volcán va a estallar.
Tras cabrear al personal, más preocupado del turismo y el dinero, llega su jefe para ponerlo en su sitio y tranquilizar a la población, diciéndoles que se van a quedar por allí investigando con unos cacharritos. Y hasta ahí la película sigue el manual de peli catastrófica estandar, ya saben.
Cuando Pierce demuestra científicamente que tenía razón, resulta que no hacía falta porque el volcán revienta y todos a salir por patas.
El resto es la huida más esperpéntica y cómica que he visto en mucho tiempo, perro incluido.
Todos caminan junto a la lava como si fuera crema pastelera.
Si van a ver esta película mejor no la tomen muy en serio.