La primera mitad está muy bien, me gusta la intuición de Charles para percibir la debilidad que rezuma lo abyecto, a eso es a lo que se reduce lo que se conoce como el olfato de un detective. No le hacen falta pruebas, desde que lo ve ya sabe que es su hombre. No es arbitrario ni abusa de su puesto con fines amorales ni por capricho, de hecho a mi me parece más íntegro que los que son incapaces de salirse de la línea de puntos para encerrar a ese tarado y evitar más muertes.

Ahora bien, la segunda parte (justo la que sigue al juicio) es estirar el chicle, ahí la película pierde su frescura y se me antoja escabrosa y rara. Carece de ritmo y en definitiva lo que cuenta no da para 102 minutos. La subtrama romántica de la hija de Bronson con el poli que secunda a este también la veo fuera de lugar, carece de encanto y de naturalidad. De todas formas no es una buena película porque carece de tensión narrativa, tanto en las escenas de los asesinatos como en el clímax final, que es de lo más arrítmico.