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España España · Málaga
Voto de Kaori:
3
Intriga. Thriller. Cine negro Inspirada en la novela homónima de Patricia Higsmith. Durante un viaje en tren, Guy, un joven campeón de tenis (Farley Granger), es abordado por Bruno (Walker), un joven que conoce su vida y milagros a través de la prensa y que, inesperadamente, le propone un doble asesinato, pero intercambiando las víctimas con el fin de garantizarse recíprocamente la impunidad. Así podrían resolver sus respectivos problemas: él suprimiría a la mujer ... [+]
18 de mayo de 2014
12 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las peores cosas que te pueden pasar con una película es que te pongas a verla habiéndote formado ya una idea de su argumento. Esto es pésimo si, en la comparación, tu idea previa sale vencedora. Eso justo me ha ocurrido con «Extraños en un tren».

Le tenía muchas ganas a este clásico de Alfred Hitchcock al que, claro, imaginaba con otro planteamiento: dos extraños se encuentran, traban amistad y deciden planear el crimen, o el doble crimen, perfecto. Un punto de partida perturbador. Una historia con un sinfín de posibilidades psicológicas, argumentales y de estilos. Nada que ver con la película real, que no es como te la estoy contando.

Así, de entrada, la miro con cierta decepción, porque no me convence esa división cómoda de bueno/malo entre los dos personajes principales. Con todo, el principio se desarrolla de un modo más o menos correcto, con una intriga pasable y un interés que puede crecer o decaer a medida que la trama avance. Por supuesto, decae. A «Extraños en un tren» le falta concisión, sequedad, originalidad. Las obsesiones de Hitchcock quedan mal; queda mal la figura materna, los desmayos ante una crisis, la psiquiatría de andar por casa, exagaradísima (¡qué fijación lo de las gafa!), la policía que no hace nada excepto pasearse, sin investigar el caso, y perder al sospechoso cuando lo único que tiene que hacer es, precisamente, vigilarle; las largas secuencias con nula tensión y lógica, pero que se filman con toda la grandilocuencia del mundo, como en el montaje del partido de tenis y Bruno Anthony metiendo la mano en la alcantarilla. En fin, que es puro Hitchcock, en todo lo malo y hortera que tiene. Hoy se me ha ocurrido que este señor es muy kitch, pero no estoy segura de si el adjetivo le valdría realmente. Ya iré viendo.

El final con el tiovivo es un despiporre que sólo puede provocar risas e incredulidad. La acción chapuza de Hitchcock tiene en esta escena una buena muestra. Toda ella, desde las motivaciones para llegar hasta allí, hasta ese héroe anónimo que tiene que parar la máquina, y llegando a la actuación policial. Vamos, de chiste. Eso sí: un chiste en blanco y negro, con música de Tiomkin, con un tal Alfred Hitchcock haciendo de las suyas y el estatus de «intriga» en su ficha técnica.

A mi no me convencen de esta.
Kaori
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