Aquí hay algo escondido, ¿no? Algo tiene que haber detrás de la fachada de animalesco thriller con unos pájaros asesinos. ¿Te hace gracia? A mi también, sí

Quizá tenia una noche rara, pero el caso es que cuanto más veía la película, más me convencía de que los pájaros son un enorme y elaborado Mcguffin de nuestro Alfred, muy aficionado a ellos, para contarnos otra cosa. Alguna otra idea relacionada con las madres dependientes, los hijos medio castrados que terminan reafirmando su masculinidad y las mujeres perdidas que traen a su vez la perdición y la locura por donde pisan. Estoy segura de que algo de eso, algo simbólico tiene que haber.

También pude que no y «Los pájaros» sea justo lo que parece. Entonces sí que no le encontraría sentido a los más de sesenta minutos de pre thriller donde se muestra los personajes con sus distintos problemas, traumas y manías, que hay mucho de todo eso sin necesidad. La señora Brenner se lleva la palma en rareza, siempre con cara de tener un gran misterio... sin tenerlo; ni vería explicación al comportamiento de las aves en general y en las secuencias finales en particular, donde están muy paraditas.

Además, Hitchcok no sabe crear verdadera intriga y su mayor recurso es ese de quedarse muy serio y darle una importancia fuera de lugar a determinado hecho que pasaría desapercibido. Tipo: «oh, mira, una gaviota muerta en la puerta... Sí, estoy aterrada». Sin duda lo más acertado es el encierro en la casa. Que digo yo que, al igual que el resto del pueblo, se podrían haber marchado, pero bueno, si no, no hubiéramos presenciado el más inquietante y logrado ataque de los pájaros, justo cuando no se les ve y sólo se les oye. Tippi Hedren está tan rubia y glacial como siempre, y Rod Taylor da la sorpresa como galán y casi, casi héroe de acción. La moda de los sesenta es increíblemente favorecedora para los hombres, y su Mitch así lo demuestra.

Hay que reconocer que una gaviota es casi imposible que de mide, así que «Los pájaros» termina siendo una excentricidad que sin embargo ha logrado perdurar a través de la potente fotografía de unos preciosos cuervos que ocupan todo el paisaje. Y ahora promete que no te has reído ni una vez viendo los picotazos de las aves. Promételo si te atreves.