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Voto de Kaori:
3
5,7
31.566
Fantástico. Acción. Aventuras
Peter Parker lleva una vida muy ocupada, compaginando su tiempo entre su papel como Spider-Man, acabando con los malos, y en el instituto con la persona a la que quiere, Gwen. Peter no ve el momento de graduarse. No ha olvidado la promesa que le hizo al padre de Gwen de protegerla, manteniéndose lejos de ella, pero es una promesa que simplemente no puede cumplir. Las cosas cambiarán para Peter cuando aparece un nuevo villano, Electro, y ... [+]
18 de mayo de 2014
23 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo confieso: esta saga de Marc Webb la tengo algo atravesada. No es una manía, no, que yo no soy prejuiciosa, sino que simplemente no le encuentro ninguna virtud que engrandezca el universo Spider-Man. Un déjà vu mal recordado. Un ánimo comercial que canta mucho. Un abuso de minutos y de efectos especiales. Unos intérpretes sin carisma. Unos personajes sin ganas. Una trama sin ilusión. Empecemos.
Primero, Spider-Man es inaguantable. Bueno, peor que eso: da vergüenza escucharle sus discursitos, sus réplicas «molonas» a los criminales, esa chulería tan, tan, tan abusiva que desconozco si es o no fiel al cómic original, pero que desde luego queda horrible para cualquier héroe. Además, mucho hombre araña, pero la vida del Peter hombre, del Peter fotógrafo, con inquietudes y sueños, se omite por completo.
Segundo, la relación amorosa es un estorbo. Es de literatura romántica para principiantes, de manual de chico-quiere-chica predecible punto por punto. Diálogos de quinceañeros melosos, pero sin pasión alguna, en casi un trámite argumental. Pretende ser más adulta que en la primera entrega, y de hecho lo es, lo que no significa que los avatares de esta pareja te interesen mínimamente. Su amor no se siente.
Tercero, la ausencia de un hilo argumental definido y la abundancia de tramas. Esto es imposible, de verdad. No comprendo que los guionistas no se den cuenta de que hay demasiadas cosas y personajes en unos demasiados doscientos cuarenta minutos. Se describe, atención, el origen y el desarrollo de nada más y nada menos que tres villanos; de alguno de ellos, hasta su final. Lo de Harry Osborn no tiene perdón. En una única película, nos cuentan la aparición del personaje, su relación con su padre; su amistad con Peter, su problema personal, en este caso una enfermedad incurable; la pertinente disputa con Peter, la obligada disputa con Spider-Man, su caída moral, su conversión en villano, su pelea con Spider-Man y su detención. Toma ahí. Y todo esto con otras tantas tramas paralelas, como la de Electro, punto fuerte si atendemos al título de la película pero con poquísima entidad pese a lo aprovechables que podrían ser sus rayos. Con todo, lo mejor a mi parecer es Dane DeHaan, un joven con cara de duende, una clase que no pude soportarse y un estilismo british clásico fusionado con algo de rock, con chaleco, gafas de sol Sheldrake y chaqueta de cuero. Me encanta.
Cuarta, la acción y las volteretas, indiferentes, a veces barbaridades; ese cruce de los aviones, esos giros de Spider-Man por los aires, el inicio con los señores Parker, escena ridícula de principio a fin; ese Harry recién salido de un internado inglés cargándose de un soplo a un par de fornidos guardias y su plan de rescate... El giro dramático del final, como es al final, se despacha en unos minutos cuando requeriría de mucho más recorrido. A lo mejor lo dejan para la tercera parte, pero viendo el desenlace no parece que sea así.
Amena en su disparidad de ocurrencias, disfrutable si la ves con buen humor y claramente irregular.
Primero, Spider-Man es inaguantable. Bueno, peor que eso: da vergüenza escucharle sus discursitos, sus réplicas «molonas» a los criminales, esa chulería tan, tan, tan abusiva que desconozco si es o no fiel al cómic original, pero que desde luego queda horrible para cualquier héroe. Además, mucho hombre araña, pero la vida del Peter hombre, del Peter fotógrafo, con inquietudes y sueños, se omite por completo.
Segundo, la relación amorosa es un estorbo. Es de literatura romántica para principiantes, de manual de chico-quiere-chica predecible punto por punto. Diálogos de quinceañeros melosos, pero sin pasión alguna, en casi un trámite argumental. Pretende ser más adulta que en la primera entrega, y de hecho lo es, lo que no significa que los avatares de esta pareja te interesen mínimamente. Su amor no se siente.
Tercero, la ausencia de un hilo argumental definido y la abundancia de tramas. Esto es imposible, de verdad. No comprendo que los guionistas no se den cuenta de que hay demasiadas cosas y personajes en unos demasiados doscientos cuarenta minutos. Se describe, atención, el origen y el desarrollo de nada más y nada menos que tres villanos; de alguno de ellos, hasta su final. Lo de Harry Osborn no tiene perdón. En una única película, nos cuentan la aparición del personaje, su relación con su padre; su amistad con Peter, su problema personal, en este caso una enfermedad incurable; la pertinente disputa con Peter, la obligada disputa con Spider-Man, su caída moral, su conversión en villano, su pelea con Spider-Man y su detención. Toma ahí. Y todo esto con otras tantas tramas paralelas, como la de Electro, punto fuerte si atendemos al título de la película pero con poquísima entidad pese a lo aprovechables que podrían ser sus rayos. Con todo, lo mejor a mi parecer es Dane DeHaan, un joven con cara de duende, una clase que no pude soportarse y un estilismo british clásico fusionado con algo de rock, con chaleco, gafas de sol Sheldrake y chaqueta de cuero. Me encanta.
Cuarta, la acción y las volteretas, indiferentes, a veces barbaridades; ese cruce de los aviones, esos giros de Spider-Man por los aires, el inicio con los señores Parker, escena ridícula de principio a fin; ese Harry recién salido de un internado inglés cargándose de un soplo a un par de fornidos guardias y su plan de rescate... El giro dramático del final, como es al final, se despacha en unos minutos cuando requeriría de mucho más recorrido. A lo mejor lo dejan para la tercera parte, pero viendo el desenlace no parece que sea así.
Amena en su disparidad de ocurrencias, disfrutable si la ves con buen humor y claramente irregular.