Diríase que es, una especie de búsqueda de la redención absoluta. Una redención pretendida, por la santísima trinidad de la saga Terminator. Lo que es lo mismo, James Cameron, Arnold Schwarzenegger y Linda Hamilton.

El otrora brillante realizador, creador de obras magnas, las cuales, permanecerán en el imaginario cinematográfico durante décadas. James Cameron, rendido a la postal, al activismo (con las cifras que esta gente maneja en sus cuentas, se puede ser activista y educador moral casi de cualquier cosa), no sé si abrazado, no sé si sometido, al panfletazo woke más repulsivo.

Arnold, obrando como penitente. El que fuera el asesino cibernético, más temido y letal de la historia cinematográfica. El T-800 ahora se limita a bufonear, ponerse el gorrito de Napoleón, y sacarse el matasuegras.

Mi querida Linda Hamilton, que necesidad tenías?. Si en el universo cinematográfico existía un personaje (no ya solo femenino), idolatrado, mitificado, icono absoluto de varias generaciones, su sola mención infundía admiración, pero sobre todo respeto, y ese era el de Sarah Connor. Aquí termina mancillada y arrastrada a la fosa séptica, por una producción que no respeta absolutamente nada, ni a nadie, y carente del más mínimo sentido de la vergüenza.

Termina prácticamente desterrada al gallinero del tercer anfiteatro, por una "Retaco mexicana" (sí, insulto, ya que yo también me siento insultado), con aire revolucionario, al mas puro estilo María Félix en "La Generala" (para sí lo quisiera Natalia Reyes, aunque ella sea Colombiana).

Tenía muy olvidada esta película, casi borrada de mi memoria, lo cierto es que fueron la dos primeras entregas de Terminator, las que gozaron del prestigio. Hace unos días observe, como mi hermano la estaba viendo en su TV, y mis recuerdos volvieron a activarse.

Recuerdo ir al cine a su estreno, con ilusión, con el reclamo que ofrecía el hecho de volver a juntar a Linda Hamilton y Arnold. También recuerdo la salida del cine, avergonzado de lo que había presenciado. Primero me invadió la vergüenza, y después, después fue la ira. Habían conseguido convertir el fenómeno Terminator, en un panfleto woke-feminista. Lo habían hecho sin ningún tipo de vergüenza, y sin que se les subieran los colores (para eso hay que tenerla, la vergüenza.).

Habría que recordar que ya en la tercera entrega "La rebelión de las máquinas", existía una Terminator. La Terminator T-X, super evolucionada, y encarnada por Kristanna Loken, la cual por cierto, es lesbiana.

Nunca sabremos si el icónico John Connor, the one, el libertador y salvador de la raza humana, fue en realidad alguien que existió como líder, o por el contrario, se la pasó de melopea en melopea, y de mambo en mambo durante todos estos años.

Notable presencia española en la película, donde cabe destacar a Enrique Arce. Un Enrique Arce, al que posteriormente etiquetaron, como acosador y violador a su personaje de "Arturito", en la abominable "La casa de papel".

Triste, tristísima despedida de la saga Terminator, nada volverá a ser igual. Que Dios, o a quién corresponda, se apiade de sus almas. De las nuestras también.

- Supongo que mucha de la gente que le frota la chepa ahora a Arnold, en su momento, serían los mismos que lo tildaban de Fascista Republicano, firmante de sentencias de muerte, en su andadura como Gobernador de California.