Como thriller de altos vuelos Sin Escalas no aporta nada nuevo a la escena. El problema de este tipo de películas es que todas tienen una estructura parecida y las sensaciones que me producen no son malas pero si conocidas.

No solo por sus similitudes con las dos películas que nombro en el título, que son obvias, (especialmente la película de Jodie Foster) sino por su propia condición de película de suspense con ritmo frenético. Los giros en el guion son elementos esperados por cualquiera que se siente a ver una película de este tipo, y el impacto ya no es el mismo que cuando alguien ve por primera vez Seven o Sospechosos Habituales.

Durante la primera media hora cuando el director nos quiere meter en contexto es inevitable que el espectador se hagas sus propias conjeturas sobre quien será el malo, cuando se realizan las introducciones de los personajes: Será Julianne Moore la mala? Bowen? el Comandante? Su segundo? El afroamericano? El calvo con cara de enfado? La azafata? El otro Marshall que viaja en el avión? Lupita Nyongo? la europea rubia? La niña de 7 años? Hasta se puede pensar que es el propio Liam Neeson.

Neeson cumple con creces en su papel de policía ¿El problema? Que es un papel que ya le hemos visto más de una vez. Incluso el rol de policía con pasado tormentoso y problemas de alcohol ya está muy visto en el cine, tanto como un travesti en una película de Almodóvar. Asimismo la cinta cuenta con todos los tópicos sobre terrorismo en aviones con sus pasajeros a bordo, especialmente tras el 11-S y sus protocolos de seguridad.

Le doy un aprobado porque la película cumple con su cometido que es hacernos pasar un rato agradable durante 100 minutos. Jaume Collet-Serra, por muy español que sea, no ha descubierto la pólvora con Non-Stop (Sin Escalas) pero se trata de un thriller palomitero y democrático que gustaría a todo tu grupo de amigos veinteañeros con los que irías a verla al cine.