El caserón de la familia Baskerville arrastra una terrible leyenda acerca de un enorme mastín asesino que vaga por el inmenso pantano que rodea la mansión. La llegada del joven Sir Henry Baskerville a la casa maldita pone en alerta al doctor Mortimer (médico de la familia) que contrata al reputado detective Sherlock Holmes para que proteja la vida de Sir Henry.
Primera entrega de la inolvidable saga de catorce películas con Basil Rathbone y Nigel Bruce interpretando a Sherlock Holmes y al Doctor Watson respectivamente. La dirige con éxito absoluto Sidney Lanfield poniéndo el listón muy alto, de tal manera que sólo Roy William Neill -quien dirigiera la mayoría de la serie- logrará acercarse a tan excelso nivel en algunas de sus realizaciones. Todo cuadra y todo maravilla en esta película: fidelidad al relato original de Conan Doyle, puesta en escena y ambientación absolutamente impecables, alto grado de perfección en el ritmo narrativo, fotografía maravillosa, música espléndida... Y, además, Basil Rathbone es Sherlock Holmes (su parecido con los retratos del detective londinense es asombroso) y Nigel Bruce es un Doctor Watson entrañable y divertido. Y, si los secundarios también lo bordan (y eso que falta el ingenuo inspector Lestrade) el espectador sólo tiene que acomodarse en su sillón y dejarse envolver por la neblina londinense.