Esta joven directora francesa, de origen turco, ha optado por una historia sencilla para hacer su debut. Como sugiere la voz en off, el punto de vista está situado desde la perspectiva de una adolescente, la menor de cinco hermanas huérfanas. El conflicto estalla de inmediato en los primeros minutos de la cinta. Han finalizado las clases y comienza el verano, las chicas celebran en el mar y un inofensivo juego es observado con otros ojos por los vecinos del colegio. Regresan a casa de su tío y la abuela, siguiendo los dictámenes patriarcales, les incauta teléfono y computador. La idea es que se conviertan en esposas devotas, para lo cual hay que evitar toda tentación. La película muestra la mirada lúdica de las hermanas y sus escapadas, pero la casa paulatinamente se va convirtiendo en una cárcel. Los adultos comienzan a ofrecer a las niñas en matrimonio y el ambiente lúdico da paso a la desgracia. Se produce una fuga desde el pueblo hacia Estambul, una suerte de travesía entre el mundo opresor y la capital, representando esta última a un mundo menos prejuicioso y libre de ataduras ancestrales. Hay un buen contrapunto entre el sentir de la sociedad (los adultos) y el sufrimiento de las niñas. Muy acertado que la directora haya decidido transitar desde lo lúdico, de las bromas y los encubrimientos ingeniosos, hacia una tormenta que se va anidando en las mentes adolescentes. Se trata de una historia juvenil, al estilo de Romeo y Julieta, donde el conservadurismo sirve de detonante para una tragedia que no siempre tendrá vuelta atrás.