En Coccon 3: El eterno retorno, a punto de estrenarse en las mejores salas, el hijo de los viejos y de los vientos vuelve a la tierra para conocer de primera mano, no de oídas, rumores, agua lleva, el lugar de sus ancestros, el suyo también por tanto, en forma de rapero trapero transgénero del gueto, in the ghetto, ambidiestro nada binario euclidiano atómico filisteo y sobre todo trashumante trastámara solo a veces todo no se puede. En dos días se hace el amo, parte y reparte, es el rey lagarto (nunca mejor dicho jojo). Gana todas las elecciones generales, le chifla la democracia, le pirra, a priori e incluso a posteriori, está sumamente convencido, merece la pena. Y aun así regresa al espacio, la casa tira, como la familia en ningún sitio. Todos le echan de menos inmediatamente a raudales. Se le hacen conmemoraciones, estatuas, pedestales, se le rezan oraciones, se celebran conferencias, simposios, debates, referéndums, bienales, festivales, algunos dicen verle, otros le estudian, sus canciones que son ya himnos, el caso es que se añora su presencia ausente, ahí le has dado, amigo.
En Coccon 4: La caraba (ya estrenada tiempo ha)...
(Marica el último dice uno, ven a unas mozas y hablan de echar un quiqui con semejantes andobas sin siquiera conocerlas ni estar ni de lejos a la altura inmarcesible de ellas, cuando deciden algo las parejas, son ellos los que tienen siempre la última palabra y ellas callan y aceptan lo que diga padre lo que mande el querido marido, se fían, delegan, qué tiempos aquellos llenos de perversión moral y atrocidad ética).