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Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
9
Musical. Comedia. Romance Antes de conocer a la aspirante a actriz Kathy Selden (Debbie Reynolds), el ídolo del cine mudo Don Lockwood (Gene Kelly) pensaba que lo tenía todo: fama, fortuna y éxito. Pero, cuando la conoce, se da cuenta de que ella es lo que realmente faltaba en su vida. Con el nacimiento del cine sonoro, Don quiere filmar musicales con Kathy, pero entre ambos se interpone la reina del cine mudo Lina Lamont (Jean Hagen). (FILMAFFINITY)
15 de julio de 2020
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El ruin rufián corría alrededor de la roca.
Siempre quise ser Gene Kelly, el mejor ser humano que ha pisado la Tierra.
Esta película es la demostración indiscutible de la abrumadora superioridad moral y estética del imperio yanqui sobre cualquier otra forma de tiranía o dominio que en el mundo ha sido, me rindo, o de cómo transformar toda la tecnología en la máxima felicidad. Ahora entiendo la debacle inevitable de la extinta Unión Soviética, dios les perdone, incapaces de competir a este nivel, contra este progreso tan abismal, doblegados por una capacidad tan apoteósica para producir placer popular, un arte tan fulgurante y alucinante, tan pleno e imposible, pura alquimia metafísica, todo convertido en alegría, habíamos salido de la segunda gran contienda, toda gran guerra supone un enorme salto técnico, y estalló esto, como compensación y venganza, como culmen y paradoja, a partir de ahí todo ha sido decadencia, caída sin fondo y en eso estamos, ahora mismo en el hondo pozo, a oscuras, durmiendo, la raza degenera. Esta industria psicodélica, emputecida, abigarradamente alucinógena, que estaba en el año 52 en todo su apogeo, disfrutando de toda la fuerza de la juventud de su arte dorado por la acumulada experiencia durante tantos años de cine mudo y después sonoro. El arte maduro, el más sabio, consiste en vestir de liviandad y belleza lo más hondo y penoso, en la apariencia de pueril facilidad dar sentido a la inmensa sordidez, redimir la bajeza de sobrevivir, que la desgracia sea cantada, que el dolor se baile, eso es todo. Bailar y cantar. Para qué más. Con color, mucho color. Y humor, siempre humor.
Es una película de llorar, esta sí de verdad, no las de demagogia sentimental, toda la inmunda pornografía dadivosa; de hecho, te lo digo, si no lloras de felicidad estás muerto, good morning, good morning, yo solo te lo recuerdo, mucho, a raudales, cry me a river, por esa dicha que nos muestra, por este paraíso en la tierra que lamentablemente solo es un rato, los noventa minutos que dura este milagro.
Lina Lamont, qué amor tan puro siente por Don, es el mejor y más querido (por lo menos por mí) personaje de la historia del cine, cuánta maldad e inteligencia (disimula, se hace la pava para engañar a los más simples, pero ella lo sabe todo, siempre se anticipa, hasta cuando precipita su caída, ese gesto de renuncia sabia, tan hermoso), qué saber hacer, qué belleza, qué trabajadora y perversa y cómo se retira de la escena cuando toca, con cuánta elegancia y grandeza. Fabulosa.
Y el trío. Es un amor a tres en el que todo se confunde, la amistad, el amor y por supuesto el callado, siempre a punto de explotar, sexo.
Trepidante, deslumbrante e hipnotizante.
El cine dentro del cine. Homenaje apasionado a este arte tan luminoso y hermoso, tan abstracto y vigoroso, tan corrompido, con lo que podía haber sido, sería imposible hacer ahora esto. El arte de contar, de soñar, de escapar, de atrapar el instante y hundirte en él, hasta el fondo, hasta desaparecer, hasta derribar el tiempo, ese nefando invento, por fin feliz.
Esta película es la droga más dura, no recomendable para tibios, mediocres o necios, tampoco para feos ni para miedosos, ni hablar de borregos o melindrosos, te puede matar si te pilla desprevenido, es demasiado pura, te puede herir si te crees feliz, es un puñetazo, un escupitajo orgásmico, una broma cósmica, ingeniería, un acto surrealista, es sabotaje, orgía, truco de magia, escapismo, guerra de guerrillas, es el bien absoluto, Dios haciendo cine, viva.
Ferdydurke
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