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Voto de Ferdydurke:
6
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Aventuras. Drama
Yann hace realidad su sueño de participar en la Vendée Globe: la vuelta al mundo en velero, en solitario y sin escalas. Después de varios días de competición, yendo en posiciones de cabeza, descubre a bordo a un joven polizón. Para evitar ser descalificado, decide esconder al muchacho. (FILMAFFINITY)
24 de agosto de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La alegoría es obvia; mientras en el primer mundo se permiten el lujo de hacer el chorra a lo grande, con barquito de recreo surcando los mares, perdiendo tiempo y dinero, poniéndose en leve peligro en competiciones absurdas, despilfarrando energía y trabajo de forma grotesca, el resto, toda la pobre gente, tiene que jugarse la vida, literalmente, de mala manera para colarse como polizonte en ese necio espectáculo, en esa ridícula farsa, escondido, enfermo, avergonzado, rogando por su vida, sin identidad y sin sentido, siempre a punto de ser arrojado por la borda como si fuera un paquete o carga sobrante.
La fábula es muy bonita y entretenida, manejada/preparada, progresa adecuadamente para un final perfecto, como debe de ser, como Dios los escribe cuando se pone literario y se aburre un rato.
El actor principal, Cluzet, está soberbio y se te rompe el corazón a bordo y en tierra, con todo lo bueno, tanto, que pasa, que uno siente y se compadece y alegra.
Llamando a las puertas del cielo, como dice la canción. Ahí llegamos con esta película, en el mismo paraíso todo el rato, gozando con tan buen hombre, perfecto, sereno, recio, corajudo, inteligente, voluntarioso, gigantesco. No puede haber un héroe más solar y pleno; supera a los de la Biblia y a los de Homero, a los del cine clásico americano y a los del deporte entero, incluso se acerca a Lincoln y Obama, cómo lo quiero.
La fábula es muy bonita y entretenida, manejada/preparada, progresa adecuadamente para un final perfecto, como debe de ser, como Dios los escribe cuando se pone literario y se aburre un rato.
El actor principal, Cluzet, está soberbio y se te rompe el corazón a bordo y en tierra, con todo lo bueno, tanto, que pasa, que uno siente y se compadece y alegra.
Llamando a las puertas del cielo, como dice la canción. Ahí llegamos con esta película, en el mismo paraíso todo el rato, gozando con tan buen hombre, perfecto, sereno, recio, corajudo, inteligente, voluntarioso, gigantesco. No puede haber un héroe más solar y pleno; supera a los de la Biblia y a los de Homero, a los del cine clásico americano y a los del deporte entero, incluso se acerca a Lincoln y Obama, cómo lo quiero.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Solo eché en falta dos cosas:
- Que al principio hubieran puesto que la historia estaba basada en hechos reales, que seguro que fue así y no lo pusieron por modestia (la del capitán del barco).
- Que al final hubieran puesto unos cartelitos aclaratorios en los que explicaran que después de la regata moral llegó la realidad en forma de boda de los dos novios, el marinero y su amada Penélope, que aprovecharon el mismo día de casamiento para adoptar al chaval mauritano, tan encantador bueno y guapo, el cual se recuperó de su enfermedad anémica o maldito mal de ojo, según se mire, se puso a hacer deporte, se convirtió en una estrella del fútbol francés y ganó finalmente la Champions con el PSG, y, con todo el inmenso dinero acumulado casi sin querer durante sus años de éxito morrocotudo, montó una fundación u ONG, también, para ayudar al refugiado o simplemente inmigrante africano, cierto. Ah, se me olvidaba, se acabaría casando muchos años después con la hija del capitán y con ella tendría a su vez más hijos, muchos, fruto del amor interracial que... (bueno, me temo que esa es otra maravillosa historia, es decir, otra película).
José Coronado debió haber ganado el Óscar al mejor actor secundario de ese año, o tal vez el César al mejor actor revelación del cine francés, no sé.
- Que al principio hubieran puesto que la historia estaba basada en hechos reales, que seguro que fue así y no lo pusieron por modestia (la del capitán del barco).
- Que al final hubieran puesto unos cartelitos aclaratorios en los que explicaran que después de la regata moral llegó la realidad en forma de boda de los dos novios, el marinero y su amada Penélope, que aprovecharon el mismo día de casamiento para adoptar al chaval mauritano, tan encantador bueno y guapo, el cual se recuperó de su enfermedad anémica o maldito mal de ojo, según se mire, se puso a hacer deporte, se convirtió en una estrella del fútbol francés y ganó finalmente la Champions con el PSG, y, con todo el inmenso dinero acumulado casi sin querer durante sus años de éxito morrocotudo, montó una fundación u ONG, también, para ayudar al refugiado o simplemente inmigrante africano, cierto. Ah, se me olvidaba, se acabaría casando muchos años después con la hija del capitán y con ella tendría a su vez más hijos, muchos, fruto del amor interracial que... (bueno, me temo que esa es otra maravillosa historia, es decir, otra película).
José Coronado debió haber ganado el Óscar al mejor actor secundario de ese año, o tal vez el César al mejor actor revelación del cine francés, no sé.