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Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
8
Romance. Drama Gertrud es una mujer madura e idealista que busca el amor absoluto, con mayúsculas, pero sus experiencias sentimentales se ven siempre abocadas al fracaso. Decide separarse de su marido, un eminente político, porque él antepone el trabajo al amor. Se enamora de un joven músico que empieza a cosechar sus primeros éxitos, pero para él, que sólo piensa en sí mismo, Gertrud no es más que una aventura pasajera. Por otra parte, un antiguo ... [+]
28 de abril de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Arde de dolor y deseo.
Estáticas figuras, casi inanimadas, que perecen en una representación teatral hace tiempo olvidada.
Seres espectrales venidos de no se sabe bien dónde que viven en un cielo perdido, prestado, abandonado.
Limbo que transcurre en la difusa frontera que separa la vida de la muerte.
Estos seres de luz exangüe, agónica, comparten con nosotros ese breve lapso de tiempo que se escurre entre dos enormidades vacías.
No se sabe si vivos o muertos, si luz u oscuridad, si tiempo derritiéndose.
El caso es que son seres grandiosos, más grandes que la vida (y la muerte), ya que solo saben de pasiones y verdades; son cultos, elegantes, civilizados, educados, respetuosos, autocríticos, tienen un enorme control sobre sus emociones y viven entre silencios y bellezas, preñados de filosofía, poesía y buena música.
Marcianos que no conocen el mal olor humano, el sabor asqueroso del dinero y el cutre espinazo que se parte ante el desagradable trabajo.
Aquí cada segundo es oro, cada plano es un universo, todo supura, significa, tiene intención, verdad, todo es hermoso, saturadamente bello, como un poema de Emily Dickinson sobre la nada, como el cine japonés más estoico y esencial, como toda la novela rusa encarnada en Ana Karenina, Bresson y sus personajes autómatas, Cocteau, la música lírica y agónica del Schubert más moribundo o del Chopin más delicado, cuadros viejos de religiosidad extática; son santos laicos, carnales, sexuados, repletos, hambrientos de pasiones gélidamente analizadas, como si toda esa carne palpitante y deseante hace siglos que hubiera cesado y ahora le estuvieran haciendo la autopsia unos forenses desangelados, espartanos, feroces, tristes y acabados.
¿Qué decir de esta película?
Puro arrobo extasiado. El anticristo de la chabacanería actual que nos asola.
Excede tanto la vida que acaba siendo más muerte, celestial.
Que la amo a pesar de no ser llanto, de su rígida quietud de pasiones derrotadas por el tiempo.
Viva Dreyer nunca muerto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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