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Voto de Ferdydurke:
5
5,9
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Drama
Dos parejas divorciadas y sus hijos regresan a la masía montañesa en la que vivieron en comuna hace más de veinte años. Los ha invitado su amigo Max, el único que permaneció allí. Para los hijos, de casi treinta años, el lugar está lleno de recuerdos agridulces. Su vida no ha resultado como imaginaban y muchas de sus frustraciones y desengaños saldrán a la luz durante ese fin de semana. (FILMAFFINITY)
6 de octubre de 2021
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cementerio chino. Jipis. La cochinilla. Alien, el octavo pasajero. Gente en sitios. Mala gente que camina. Hormigaz.
Las invasiones bárbaras.
Abrupta, cortante, inteligente, fallida.
La gente finge, es amable superficialmente, miente, ni siente ni padece, aquí es todo al revés, ese es el gran truco del almendruco, son desagradables, dicen la verdad, se expresan con sinceridad, ajustan cuentas, se critican con saña, todo lo cuentan, se cantan las cuarenta, a tumba abierta, aproximadamente.
Terapia de choque, psicoanálisis, psicoterapia, memoria histórica, valga el rebuzno, de la verdadera, la buena.
Prólogo mierdoso chino, rememoración mierdosa perruna en el nudo y conclusión llena de mierda cósmica.
Buenos actores que lidian los pobres con los tópicos aburguesados del fracaso de los padres revolucionarios de salón y alpargata tan domados y los hijos desnortados e inútiles, muy desastrosos los felones.
La educación como hipocresía y derrota, mal ejemplo siempre.
La negación de todo lo santo.
Envejecer, morir, es el único argumento de la obra.
Se reconoce cierto tipo de mirada posmoderna, descreída, sarcástica, fragmentaria, desordenadamente ordenada, la cama sin hacer y el suelo sin barrer, humor esquinado y brillante, de cine independiente de alguna otra época (¿Clerks podría valer como ejemplo?), algo de Los idiotas de von Trier, pero se queda un poco a medias de todo, en esbozo, truncada, parca y chata.
Tan entretenida como liviana.
Nadería agradable y lista. Vale.
Las invasiones bárbaras.
Abrupta, cortante, inteligente, fallida.
La gente finge, es amable superficialmente, miente, ni siente ni padece, aquí es todo al revés, ese es el gran truco del almendruco, son desagradables, dicen la verdad, se expresan con sinceridad, ajustan cuentas, se critican con saña, todo lo cuentan, se cantan las cuarenta, a tumba abierta, aproximadamente.
Terapia de choque, psicoanálisis, psicoterapia, memoria histórica, valga el rebuzno, de la verdadera, la buena.
Prólogo mierdoso chino, rememoración mierdosa perruna en el nudo y conclusión llena de mierda cósmica.
Buenos actores que lidian los pobres con los tópicos aburguesados del fracaso de los padres revolucionarios de salón y alpargata tan domados y los hijos desnortados e inútiles, muy desastrosos los felones.
La educación como hipocresía y derrota, mal ejemplo siempre.
La negación de todo lo santo.
Envejecer, morir, es el único argumento de la obra.
Se reconoce cierto tipo de mirada posmoderna, descreída, sarcástica, fragmentaria, desordenadamente ordenada, la cama sin hacer y el suelo sin barrer, humor esquinado y brillante, de cine independiente de alguna otra época (¿Clerks podría valer como ejemplo?), algo de Los idiotas de von Trier, pero se queda un poco a medias de todo, en esbozo, truncada, parca y chata.
Tan entretenida como liviana.
Nadería agradable y lista. Vale.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
¿Quién puede matar a un niño?
Se ríe un tanto de mucho. Hasta Manuel Morón sale.
Los saltos del realismo naturalista costumbrista al puro teatro del absurdo no están del todo conseguidos, de la paz al conflicto, artificio, la transición o preparación casi no existe, está todo eso poco trabajado, no hay que confundir la pereza con el estilo, la vagancia/incompetencia con la intención malsana, el error no es obligatoriamente un hallazgo.
Depresiones y separaciones.
Se vende.
El perro muere. El sacrificio de la tribu.
Las cuatro estaciones.
Ah, cómo hemos cambiado, que lejos ha quedado aquella amistad...
Hoy no queda casi nadie de los de antes y los que hay han cambiado, han cambiado, sí...
Se ríe un tanto de mucho. Hasta Manuel Morón sale.
Los saltos del realismo naturalista costumbrista al puro teatro del absurdo no están del todo conseguidos, de la paz al conflicto, artificio, la transición o preparación casi no existe, está todo eso poco trabajado, no hay que confundir la pereza con el estilo, la vagancia/incompetencia con la intención malsana, el error no es obligatoriamente un hallazgo.
Depresiones y separaciones.
Se vende.
El perro muere. El sacrificio de la tribu.
Las cuatro estaciones.
Ah, cómo hemos cambiado, que lejos ha quedado aquella amistad...
Hoy no queda casi nadie de los de antes y los que hay han cambiado, han cambiado, sí...