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España España · Somewhere over the rainbow
Voto de iñaki:
10
Drama Frederick Manion (Ben Gazzara), un teniente del ejército, asesina fríamente al presunto violador de su mujer (Lee Remick). Ella contrata como abogado defensor a Paul Biegler (James Stewart), un honrado hombre de leyes. Durante el juicio se reflejarán todo tipo de emociones y pasiones, desde los celos a la rabia. Uno de los dramas judiciales más famosos de la historia del cine. (FILMAFFINITY)
23 de mayo de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Alguien podría decirme si esta película llegó a estrenarse en cines en España? Porque, aunque a veces creo que la memoria me juega una mala pasada, recuerdo haberla visto por primera vez en televisión, cuando era un chaval que iba al colegio. Y, sin recordar otros pormenores, se me quedó grabada la palabra "bombacha", con la que se aludía a las tan traídas y llevadas bragas de la señora Manion. Tal vez fuese un doblaje sudamericano, pero aquí la palabreja sonaba tan ridícula que al día siguiente fue motivo de rechifla con los amiguitos del cole. En aquellos tiempos, como sólo había canal y medio de televisión, si daban algo bueno al sufrido espectador no le quedaba otra que joderse y verlo o irse a la cama.
Supongo que en aquella emisión el formato scope original se adaptaría a los 4:3 de la tele, con la consiguiente mutilación de la profundidad de campo en los encuadres sesgados y los constantes movimientos de reencuadre. Todavía no se había impuesto el respeto a la integridad del fotograma, que no llegaría hasta bien entrados los ochenta, y las emisiones televisivas (y las ediciones en VHS) destrozaban de forma inmisericorde el trabajo de puesta en escena, que en películas como la que nos ocupa puede calificarse de virtuoso. En los aspectos formales, es una película modélica.
"Anatomía de un asesinato" se constituye, junto con "Testigo de cargo" y "Doce hombres sin piedad", en el cánon del drama judicial. Las tres fueron producidas a finales de los cincuenta y en las tres se cuestiona la relación entre la certeza y la verdad, siendo la de Preminger la que provoca en el espectador unas sensaciones más ambivalentes, pues en las otras se dilucida con claridad cual es la verdad (o el engaño), mientras que esta deja esa tarea al propio espectador. Algo casi inédito en el cine hasta entonces. Sus planteamientos morales resultaron innovadores.
Los temas tratados, no tanto la violación (a la pobre Belinda también la violaban) como la promiscuidad sexual (sino ninfomanía) de la protagonista femenina, y lo explícito del lenguaje, forzaron los límites del código censor que se había autoimpuesto el cine americano. Preminger dió los primeros pasos para que el cine dejase de tener limitaciones en sus temas y en el tratamiento de estos. Esa audacia es un valor añadido a los valores puramente cinematográficos que atesora la película.
No quiero dejar de señalar la elevada calidad de la fotografía, la música y las interpretaciones. Todos sabemos que James Stewart es un monstruo de la interpretación, pero quiero resaltar a una Lee Remick que exhala sexualidad sin necesidad de enseñar nada. Con tanta censura a las actrices, para seducir, no les quedaba más remedio que ser realmente atractivas.
iñaki
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