La primera escena ha estado a punto de hacer que apagara el televisor. Empezábamos mal, pero conseguimos remontar el vuelo con una trama que se mostraba cruda y estéticamente muy bella. Una interpretación correcta de los actores conducía la historia hacia algo que se me antojó interesante. Pero en este vuelo incesante, la rabieta del niño cortó mis alas. De nuevo, aparecían escenas innecesarias, que sólo buscaban alterar al espectador de una forma poco elegante. Y es que cuando tocan a mis animales, no puedo ser objetivo.
Es una película dura, bella, emocionante y ensombrecida por los excesos de algunas escenas que, lejos de dar espectacularidad, han oscurecido mi opinión sobre la misma.