No he terminado de sintonizar con este supuesto icono del cine danés. La película carece totalmente de ritmo, es tediosa, una auténtica tortura que lejos de ser una obra reflexiva sobre el fanatismo, el puritanismo o las pasiones de los hombres, resulta más bien un drama un tanto cursi sobre una aventura amorosa. Sin más.

Y es que los diálogos son un poco empalagosos, el aspecto teatral no me molesta pero tampoco ayuda a su dramatismo, y me sobran bastantes escenas de los exteriores, mientras me resultan largas las de interiores, muy contemplativas.

Puedo valorar la belleza de algunas escenas como la ruptura en la niebla, o toda la parte inicial con la persecución y la tortura, que resulta interesante, indagando en la dualidad de esa sociedad que pretende vivir una vida de rectitud, a la vez que parece caer en la crueldad con hipocresía. Tampoco está mal la ambigüedad argumental, pues con sutileza sugiere la brujería a la vez que podría ser el resultado de la psicología moldeada por el ambiente que rodea a unos personajes muy influenciados por sus creencias y deseos.

Sería incapaz de soportar un segundo visionado. No la recomiendo.