Heredera de Rosemary’s Baby, nos encontramos ante una excelente propuesta de terror que, a pesar de la sombra que ejerce la obra de Polanski, encuentra su propia identidad en una inquietante historia que pone los pelos de punta, te atosiga con su atmósfera maligna, y te envuelve y obsesiona hasta el punto de observar todo con minuciosa atención, buscando los detalles necesarios para enlazar y entender los hechos; un acto, a su vez, necesario, pues la película te proporciona todos los datos pero deja al espectador el trabajo de conectarlos.

El filme está rodada con calma, sin mayores sobresaltos. Te envuelve con su misterio y su mal rollo. El miedo se cocina a fuego lento. Y te precipita hacia un clímax final donde reina la locura y lo macabro. Las interpretaciones acompañan perfectamente con el nivel requerido. La ambientación está bien conseguida. Trata interesantes temas como el determinismo, el significado de lo que consideramos tragedia o los indestructibles lazos familiares con los que nacemos condenados. Una herencia ineludible.

Es, por tanto, una gran cinta que nos relata una tragedia clásica en clave de terror, donde como espectadores asistimos al horrible devenir de sus protagonistas sin poder hacer nada, al igual que ellos.

Explicaciones y otros pormenores en el spoiler, que por falta de espacio empiezan en este lado.


--- SPOILER ---

En realidad la historia no es complicada de entender, todo es fijarse en los detalles.

La abuela de la familia lidera una secta que busca invocar a Paimon, un demonio al que rinden culto y que les proporcionará riqueza y conocimiento. Para hacerlo se requieren sacrificios y un recipiente que lo contenga, preferiblemente masculino, pues es su preferido.

Con los datos que se nos proporciona mediante sus libros de brujería y las historias pasadas de Annie (hija y protagonista de esta historia), podemos deducir que hubo un primer intento de invocación fallido, en el cual la vieja quiso introducir al demonio en su propio hijo adolescente. Éste, probablemente consciente del ser maligno, se suicida y clama que su madre ha intentado meter personas dentro de él. Es importante fijarse en un detalle clave del libro para entender ese fracaso y todo lo que vendrá después, y es que Paimon entrará con éxito en víctimas debilitadas, que no sean capaces de oponer resistencia a su presencia.

Bien, con eso en mente, la matriarca elabora un nuevo plan, manipulando a su hija para que tenga sus propios hijos, algo que, por algún motivo (hablaremos de eso), no quiere. Parece un requisito importante que sean de su propio linaje, al ser ella la que invoca al demonio en primer lugar. Annie, a pesar de usar todo tipo de métodos anticonceptivos, terminar teniendo un hijo varón. Pero consciente, a nivel subconsciente, de que algo no anda bien con su madre, decide cortar totalmente la relación con ella y no dejarle acercarse al niño.

Unos años después vuelve a quedar embarazada y esta vez la madre consigue convencerla de que la deje entrar en su vida para cuidar al nuevo miembro de la familia. Nace así una niña que, aunque no consigamos averiguarlo hasta el final, siempre fue Paimon. Es probable que usase su cuerpo en la invocación nada más nacer o incluso antes, esta vez con éxito, pues un bebé no tiene capacidad mental para defenderse de algo así. Esto explica por qué la niña es tan rara y distraída (Paimon no parece ser del todo consciente de su naturaleza y su propósito aún), por qué la abuela quería que fuese un niño y por qué hace ese sonido característico presente luego en toda la película. Es el sonido de Paimon.

A pesar de la victoria, en realidad no es más que un triunfo parcial, pues recordemos que el demonio no estará a gusto del todo hasta que encuentren un cuerpo masculino. Es en este punto donde empezamos la película, y lo que presenciamos es una sucesión de eventos especialmente traumáticos que tienen como fin trasladar la entidad maligna del cuerpo de la niña al del joven, para lo cual deben destruir su mente y alma. Hay que tener claro que la familia es continuamente manipulada tanto por los miembros de la secta como por el propio Paimon, que se manifiesta como una especie de luz que ‘guía’ a los personajes. De ahí la idea de que, en realidad, su destino está sellado desde el primer minuto, y da exactamente igual lo que hagan. El final siempre será el mismo, de una forma u otra. La familia solo puede perder, y Paimon ganar. Es una idea un tanto escalofriante.