Si se fijan bien, esta pregunta se haya implícita en la mirada de prácticamente todos los actores de este engendro, que sueltan sus frases con mayor o menor fortuna y cogen el cheque. Muy caros han de ser los gustos de Portman (por qué lo has hecho, hija mía), Hopkins o Skarsgard para que acepten participar en un producto tan torpemente rodado; no está mal que de vez en cuando actores de este calibre den lustre a películas de puro entretenimiento, pero es que, créanme, esta película no lo es. Si cometen la imprudencia de verla descubrirán que se basa en uno de los peores guiones de los últimos tiempos (ningún comic de Marvel se merece algo así) al que Hollywood paga un diseño de producción horroroso, digno de una película de serie Z tanto en escenarios como vestuario, trufado de plástico barato. De Kenneth Branagh, solo puedo decir que es el enterrador de su propio ego, pues visualmente se percibe una desgana y una falta de talento desconcertantes; lo digo porque toda la campaña de imagen que vende Thor como un Spin-off de alguna obra de Shakespeare es una estafa, pues cualquier director de medio pelo podría haberla rodado así, o mejor. En definitiva, pésima película que decepcionará incluso a los más palomiteros y que más bien parece un mero tránsito a Los vengadores, que espero de todo corazón que sea mejor que esto.