Y viene Ulrich Seildl y lo restriega con cada película. El austriaco retoma lo criticable de la sociedad y cómo dentro de ella se agreden unos a otros por inconformidad, por la intolerancia manifiesta en un mundo jacto de raciocinio y sin posibilidad de ponerlo en práctica. Para esta trilogía 3 mujeres todas coartadas por una baja autoestima al no entrar en los estándares de las exigencias del consumismo en la cultura occidental y van en búsqueda de eso que posibilite escapar del señalamiento.

En Paraíso: Amor, una mujer madura después de dejar a su hija viajará a Kenya en busca de relajamiento y algo de distracción... sin embargo topará con otras disyuntivas propias del país africano: la pobreza, el hambre e ignorancia que asolan la región y la manera en que los hombres buscan el sustento. Irónicamente las blancas buscan diversión sin contar que la baja autoestima que provoca no ser jóvenes, de apariencia irreprochable les juega en contra –cambiando el rol del blanco sobre el negro–, y en el que fuera de casa se vuelven presas de su asfixiante condición.

Una vez más Seidl condiciona a quien vea este paraíso que las frustraciones sexuales son nada fáciles por afrontar, que las debilidades de unos serán fortalezas de otros, una cultura de doble moral, el autoengaño que limita a concebir nuestros actos sin justificarlos. La cinta se vuelve repetitiva una y otra vez, lo que entona cierta monotonía...