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Voto de Juan Marey:
8
Western. Comedia En el otoño de 1867, en la ciudad de Denver se plantea un grave problema: no les queda whisky para poder pasar el largo y crudo invierno. Preparan entonces un plan para traer un gran cargamento de bebida a la ciudad. El coronel Thadeus Gearhart (Burt Lancaster) es el encargado de custodiar la preciada mercancía frente a los indios sioux, que quieren arrebatársela. (FILMAFFINITY)
12 de mayo de 2013
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Divertido western en clave de comedia sobre el año en que Denver estuvo a punto de ser devastada por la escasez de whisky y hubo que transportar cuarenta vagones del preciado licor a través de un árido territorio para abastecer de este preciado elemento a unos sedientos mineros. El lío está protagonizado por un inusualmente divertido Burt Lancaster, perfectamente risible en su grave autoridad, y secundado por un reparto brillante con Lee Remick, Jim Hutton (padre del actor Timothy Hutton), Pamela Tiffin, Donald Pleasence, Brian Keith y Martín Landau. Y no esperéis coherencia alguna, simplemente colocaros delante del televisor y prepararos a pasar un buen rato con tonterías de repertorio que, sin duda, harán que os sintáis culpables de haberos reído tanto al final de la película.

La banda sonora, una auténtica maravilla que merece la pena grabarse y escuchar una y otra vez, está a cargo de Elmer Bernstein, un habitual de los western de Sturges que nos ofrece aquí una composición alegre y desenfadada cuyo tema central es esa pegadiza canción que da título en inglés a la película: “The Hallelujah Trail”, la contagiosa energía del tema, escuchado ya durante unos prodigiosos y maravillosos títulos de crédito, nos da a entender el tono divertido que en que se nos presenta la película.

Impagables un montón de escenas que se nos quedan grabadas en la retina como la batalla "final" en medio de una nube de polvo en la que nadie ve a nadie y en la que te partes literalmente de risa, es tal la confusión en la batalla, que ni el narrador sabe la posición de cada uno de los grupos, sin duda una de las batalla más extrañas de la historia del cine; o la secuencia en las que todos buscan a todos en medio de una tormenta de arena; o las escenas en que la milicia ciudadana va a pedir consejo a ese oráculo cuya clarividencia va ligada a la cantidad de alcohol que ingiere.

Un maravilloso remedio contra la depresión, contra el mal humor. Dejaros apresar por el espíritu del desenfado, poneros a pegar tiros como descosidos sin ton ni son, dejad que el sin sentido invada unos pocos minutos de vuestras vidas y asistamos al chiste sobre un Oeste que, simplemente, nunca existió. Yo no me la perdería, forasteros.
Juan Marey
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