23 de julio de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Atraco perfecto” es a la vez una enésima versión del soñado atraco perfecto y el auténtico atraco perfecto, de la misma manera que “Espartaco” es un peplum y redimensiona el peplum, o que “2001 una odisea en el espacio” es la última película de ciencia ficción y la primera de su género. La carrera de Stanley Kubrick está repleta de esos gestos refundacionales que son también un resumen, compendio y magnificación de lo hecho hasta entonces.
“Atraco perfecto” es el tercer largometraje del cineasta, pero es el primero realizado en condiciones profesionales. Kubrick en 1956 tiene 25 años y con la ayuda de Jim Thompson pone en pié un guión extraordinario, para contarnos el atraco a un hipódromo, a la recaudación de un día de carreras. La estructura del relato, que rompe con la linealidad si recurrir al flashback, desplegándose hacia la vida de los distintos personajes, pero siempre desde el punto de vista de un narrador que lo controla todo desde la voz en off y la puesta en escena, es un ejercicio de virtuoso que va ligado a un tema central en la obra de Kubrick, el como una maquinaria perfecta falla. Aquí Sterling Hayden, que da vida a Johnny Clay, lo ha previsto todo excepto un problema de última hora con los reglamentos de una compañía aérea.
Filmada en un blanco y negro muy contrastado, con la colaboración de rostros muy vinculados a la historia del cine negro, como el propio Hayden, o la formidable malvada Marie Widsor, “Atraco perfecto” es obra de un genio, un genio joven, un Bobby Fischer del cine.
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