¿Os he contado alguna vez lo mucho que me gusta Brian de Palma? ¿A que sí? Es una pena que, con su talento, no haya sido capaz de adaptarse a los nuevos tiempos porque con su perspectiva y su maravilloso donde saber dónde poner la cámara, nos estamos perdiendo verdaderos peliculones.

No había vuelto a caer en las redes de ‘Femme Fatale’ desde su sonado estreno en cines hace ya más de 20 años. Pero, aún así, en mi memoria todavía había retazos de este maravilloso, erótico y retorcido thriller que el bueno de Brian llevó a Cannes y salió vapuleado. No sabían lo que se perdían.

Lily (una Rebecca Romijn de lo más sensual y atractiva), desde su enigmática presentación nos damos cuenta de que, utilizando su sonada frase, es «una mala chica Nicolás, muy mala», una mujer que es mejor que no te pongas en su camino pues hará lo que haga falta para conseguir sus propósitos. Así, tras un espectacular y complicado atraco durante el Festival de Cannes, donde de Palma muestra todo su potencial, se ve obligada a escapar gracias a un complicadísimo golpe de suerte que, si aceptas, si estás dentro, ‘Femme Fatale’ será tu película. A partir de ahí, la vida de Lily cambiará para siempre y conocerá a un misterioso paparazzi (Banderas, muy correcto, pero sacando lo mejor de sí en la escena del Hotel por ejemplo), al que le propondrá un peligroso juego.

¿Después? Después viene lo mejor, viene el gran momento «WTF» del filme. Si pensabas que lo anterior era rebuscado, espérate a ver cómo de Palma riza completamente rizo para hacer un doble tirabuzón y caer, para mi gusto, de pie.

Es cierto que hay ciertas cosas en las que podía haber prestado un poquito más de atención, haber centrado un poco más ciertos detalles que parecen muy de soslayo y que luego tienen importancia, pero si uno la revisita, verá como de Palma va introduciendo poco a poco todos lo elementos que hacen de ‘Femme Fatale’ la película que es.

Para mi, un disfrute.

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