Nunca he sido yo muy fan de Chucky porque, para qué lo voy a negar, me daba bastante miedo de pequeño. Mi trauma infantil viene de lejos: recuerdo a mis primos mayores estar viendo la película y yo esconderme tras una manta, asustado, o ir a jugar a otra habitación de la casa para evadirme de lo que, para mí, era una pesadilla. No he vuelto a ver esas películas y, desde entonces, las muñecas de famosa y demás nunca han sido bienvenidas a mi casa.

Llegan nuevos tiempos y si bien me atreví con aquel remake actualizado del muñeco diabólico de 2019 que no estaba mal, tampoco resultaba nada tenebroso para los amantes del género. Ahora, James Wan ha cogido el esquema básico de aquellas películas para adaptarlo al siglo XXI y creando el que, parece ser, muñeco ideal. Pero, claro, tras esta apariencia idílica se esconde una inteligencia que se va adaptando y aprendiendo temas mucho más tenebrosos y escabrosos.

Al parecer, la película ha tenido reshoots que han aligerado el gore y se nota, sobre todo, en su parte inicial. Tarda un poquito en arrancar, pero cuando lo hace es capaz de ofrecer lo que estábamos esperando: la dosis de violencia necesaria dirigida con gracia.

De esta forma ‘M3gan’ no nos va a descubrir nada nuevo, es más casi nos la sabemos de «memorieta» porque en el fondo es un «Chucky 2.0», pero al menos los tres involucrados en guión y dirección (Akela Cooper, James Wan y Gerard Johnstone) son capaces de ofrecer lo que el espectador está buscando.

A mí, me ha resultado suficiente. La muñeca da cierto mal rollo, tiene sus momentos y cumple a pesar de parecerse a Elisabeth Olsen y tanto Allison Williams como Violet McGraw cumplen como protagonistas.

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