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España España · MADRID
Voto de Spark:
6
Aventuras. Romance Amor, honor, traición y pasión en el Reino de Camelot. Cuando Lady Ginebra contrae matrimonio con el rey Arturo, lo hace movida por dos razones: el respeto y la admiración que siente por él y la necesidad de que proteja su reino, Leonesse. Pero, cuando el destino lleva a Camelot al apuesto caballero Lanzarote, surge de inmediato el amor entre ellos, lo que sitúa a Ginebra ante un difícil dilema. (FILMAFFINITY)
8 de agosto de 2021
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En su quinto y penúltimo largometraje Jerry Zucker (que desde luego ha tenido mejores materiales a los que aportar sus composiciones en pantalla, y a "Aterriza como puedas" (1980) o Ghost" (1990) me remito) nos ofrece una cinta de aventuras y romances de capa y espada. Una nueva incursión a las leyendas artúricas en las que en esta ocasión Sean Connery se pone en la piel del legendario monarca, mientras que Julia Ormond hace de su abnegada esposa Lady Ginebra y Richard Gere es Lanzarote: el fiel escudero de Arturo y amante ocasional de su mujer (poco spoiler se hace con esta afirmación que está prácticamente en todas las sinopsis y versiones del imaginario personaje).

Y la cinta funciona a medias. Presume de varias virtudes que la conforman como un entretenimiento de lances de época decente en su conjunto... y erra con varias elecciones tanto de guión como de casting que hacen que baje su listón, lastrando de tanto en cuanto la narración y evitando que llegue a las cotas de lo notable o sobresaliente dentro de su género (sí, tenía los mimbres para acabar con un resultado como el otorgado por "Gladiator (2000)", "Braveheart" o "Tigre y dragón" (2000), y sin embargo se queda en un "Exodus" (2014), un "Robin Hood" (1991) o un "Furia de titanes" (2010)).

Empezaré con los defectos: nadie en su sano juicio es capaz de arrimarse a una trama troncal de triángulo amoroso en el que sus tres aristas comparten la misma química que el hidrógeno y el ununpentio. Si ya resulta poco creíble que el personaje de una veinteañera Julia Ormond esté enamorada hasta las trancas de dos grandes amores románticos/sexuales que o bien le doblan o le triplican la edad, y se debata entre si casarse o bien con su padre (Richard Gere) o con su abuelo (Sean Connery) o que se le pase por la cabeza el engañar al uno con el otro, el hecho de que la química sea nula entre los dos dúos (tanto el conformado por Connery y Ormond como el obligado de Gere y Ormond) acaba por distanciar del todo a la audiencia e incluso tomarse a coña todo el asunto (para muestra de lo importante que es la química frente a la pantalla: Connery ha tenido intereses románticos cinematográficos de aún menos edad (me refiero por supuesto al tándem que formó con Catherine Zeta-Jones en la divertida y descarada "La trampa" (1999)), pero su química relucía de tal forma que la diferencia de edad apenas era un lastre narrativo). Desde luego cada vez que comparten minutos estos personajes parece que les han juntado en las supuestas escenas de amor y deseo bajo coacción o penalización monetaria. Y ante tal panorama, cuando la actriz de Surrey suelta "mis lágrimas de felicidad" a su Arturo-abuelo... más bien parecen lágrimas de ataque de risa por muchos esfuerzos imposibles que Ormond trata de infundir a una situación forzadísima y que se nos cala como de todo menos de felicidad. Y Richard Gere siempre que comparte plano con Ormond parece estar en modo meditación budista profunda de completa desconexión con el rodaje. Tampoco el dúo Connery-Gere resulta en pantalla en su pretendida y forzada relación de camaradería y amistad (ni idea si tras la pantalla este trío no se soportaba y de ahí la terrible inhibición que nos dan, pero no sería de extrañar que esa fuera la causa).

Curiosamente de forma individual los tres personajes sí funcionan, y cuando este Lanzelot protagoniza hazañas combativas en solitario conectamos con la diversión y garra que vive con ellas, cuando este Rey Arturo impone su templanza y autoridad natural caemos como sus súbditos, y cuando esta Ginebra sufre por el destino de sus congéneres también nos hace partícipes. Así que es como si en el casting hubiera sido suficiente en la elección las actuaciones por separado y no se hubieran molestado en ver como funcionaba el reparto unido. Gran error en la puesta en escena que no tienen otros largometrajes del mismo corte (como las ya mentadas "Gladiator", "Tigre y dragón" o como en "Elizabeth" (1998), "Sissi" (1955) y demás romances y acontecimientos de época).

El guión también resulta irregular; con un progreso narrativo evolutivo de las andanzas caballerescas de duelos con la espada, rescates a caballo y batallas de conquistas... y con su vertiente amorosa tan timorata y edulcorada como redundante y artificial. Por fortuna son más los puntos álgidos de un guión siempre convencional pero casi siempre fluído, cadencioso y sucesivo, en el que esas pequeñas fallas rimbombantes y repetitivas de baba y cursilada apenas ensombrecen la experiencia cinematográfica global. Es decir, que la aventura clásica prima sobre todo lo demás y se disfruta con suficiente realce.

Pues Zucker aporta un pertinente elección de planos en todo momento. Y tenemos además un diseño artístico elegante (con unos decorados vistosos y equilibrados en su fotografía, un plantel de paisajes naturales atrapantes), un uso perfecto de la saturación del color, una cinematografía de grano impecable y una banda sonora ensalzadora y hasta pegadiza en alguno de sus temas evocadores de la época medieval. Además el carisma innato y la solidez inmensa que aporta Connery a cualquier rol (no hay una sola mala película si Connery está en ella, pues él solito sabe elevar cualquier conjunto audiovisual) sigue estando presente (cosa que ni Ormond ni Gere llegan a conseguir aun solventando bien sus roles de forma individual) en esta cinta que, de no ser por sutil oficio y su temple imponente, no llegaría ni al aprobado como cinta de entretenimiento.

Así que en definitiva podemos decir que "El primer Caballero" no es precisamente la primera a la hora de llevar con orgullo y magnificencia el adjetivo de "Caballero" en el título (que para eso ya está "El Caballero oscuro (2008) y su secuela de 2012)... ni tampoco la última (por fortuna esto no es el desbarajuste de vergüenza ajena continuada de "Destino de Caballero" (2001)). Digamos que logra sostenerse como una leve amenidad para todos los públicos (a pesar de su temática...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Spark
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