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Voto de Pedro Triguero_Lizana:
7
Musical. Romance. Fantástico Un misterioso irlandés, Finian McLonergan (Fred Astaire), y su hija Sharon (Petula Clark) llegan al Valle del Arco Iris, que vive del cultivo de tabaco y está dominado por el malvado juez Rawkins. Finian y Sharon llevan consigo un lingote de oro que han robado al duende Ogg. Piensan que, si lo entierran en el valle, crecerá y se transformará en un gran tesoro. Pero Ogg se presenta en el pueblo con la intención de recobrar su lingote. ... [+]
24 de marzo de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El valle del arco iris" es la versión cinematográfica de un musical estrenado en Broadway 21 años antes que tardó tanto en ser llevado al cine seguramente por su contenido satírico y antirracista. Fred Astaire, con unos sesenta y ocho años en el momento del rodaje -que se produjo en 1967-, demostró estar en muy buena forma física, por ejemplo en el número en el que sube y baja por unas cajas de madera; y, siendo éste el último musical de su carrera en el cine (recopilaciones nostálgicas aparte), se puede decir que se despidió del género que hizo grande por la puerta grande.

Es una película muy curiosa por ser una extraña mezcla de fantasía y documento social: Astaire interpreta a un misterioso irlandés obsesionado por el oro que, encima, ha robado a un gnomo (Tommy Steele) un caldero mágico que concede deseos, y que recala en una idílica comunidad del sur de los EE. UU. en compañía de su hija (Petula Clark), la cual se enamora del líder de la comunidad, un trasunto del cantante Woody Guthrie (Don Francks). Mientras, el villano de la historia, un senador racista (Keenan Wynn), conspira en contra de los intereses de la comunidad.

Petula Clark resulta algo insípida en su papel (como cantante también lo era, dentro y fuera de esta película), y la historia puede pecar de tópica e ingenua, teniendo algo de cuento maravilloso; pero la dirección de Coppola, la estupenda fotografía en color de Philip Lathrop y el buen hacer de la dirección artística, la coreografía y las actuaciones del reparto consiguen un resultado vibrante que contagia su optimismo al más escéptico espectador: no es un film perfecto, y de hecho es irregular, pero sobresale por su alegría de vivir, y al verlo nos sentimos casi como si experimentásemos, de repente, la sensación de haber llegado al paraíso en la Tierra. Lo que no es poco.
Pedro Triguero_Lizana
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