En ocasiones las grandes casas conservan grandes misterios, la historia de las personas que vivieron en ellas es etérea como los recuerdos e impregnan cada rincón y cada objeto.

El polvo acumulado, las telas de araña de las zonas más inhóspitas son tal solo el reflejo de un tiempo que ya no volverá, vivencias encerradas bajo el techo actual que inducen a quien las habita a zambullirse en un mundo de sueños en los que el miedo se alimenta de temores, de esos que surgen cuando una puerta chirría y se entre abre sola, de las luces que parecen tener vida propia, de los sonidos que retumban en la inmensidad de la noche.

Peter Medak elaboró con cuidado los detalles misteriosos de un film que se centra en una mansión y en su escalera, la que nos eleva de nivel a cada peldaño, la misma que conecta un pasado lleno de intrigas con un presente asfixiado por las dudas.