23 de mayo de 2021
19 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante película casi documental de Nadine Labaki, sobre la tragedia en la que se encuentran infinidad de niños y también mayores que malviven en esas ciudades que poco o nada cuentan en ese llamado concierto mundial de naciones.
Cámara en mano Labaki nos cuenta la historia de Zain, un niño de al parecer 12 años, a ciencia cierta nadie sabe los que tiene, todavía no ha sido inscrito, y que poco después de ver los planes de “boda” de sus padres para con su hermana Sahar de 11 años, huye de ellos cansado tantos maltratos y situaciones injustas para con el y sus hermanos.
Veremos su deambular por las calles sin rumbo determinado, hasta encontrarse con Rail una joven etíope sin papeles, madre soltera que con dificultades mantiene a su pequeño, ella lo acoge en su humilde barraca con la intención de que cuide de su pequeño Yonas mientras ella trabaja. Pronto observaremos a ese niño sin infancia Zain, convertido en adulto en busca de soluciones para ayudar al pequeño de Rail, y la situación empeora cuando en una redada ella es detenida por indocumentada. En ese recorrido Zain se encontrará con todo tipo de personajes como Aspro, un indeseable vendedor de ilusiones y destinos, a cambio de quedarse con los más pequeños.
Enterado de las circunstancias de su hermana Zahar, discute y recrimina a sus padres su forma de actuar y furioso roba un cuchillo con el que hiere a Assad. Arrestado es conducido a la prisión de Roumieh, un lugar miserable. En el juicio por su ataque a Assad, Zain ante el juez demanda y acusa a sus padres “por haberle dado la vida”.
La cinta transcurre por una gran ciudad degradada por los barrios marginales existentes y sus circunstancias, tiene ciertas escenas simpáticas y otras llenas de ternura, pero evidentemente con una fuerte carga pesimista y de culpabilidad. Con poquísimos actores profesionales, y con un Zain Al Rafeea excelente, su expresividad le convierte en el alma de la película.
Es una cruda visión del mundo de los refugiados, y una dura crítica condenatoria a los adultos, por matar la inocencia de esos pequeños que vienen al mundo sin tener lo más mínimo para subsistir y posteriormente poder labrarse un futuro, y a los gobiernos por no atender ni preparar a su pueblo con lo más importante: educación, cultura y respeto.
La infancia, marca toda la vida.
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