Un preso condenado a 10 años de trabajos forzados, tras ser condenado injustamente por el asesinato del dueño de una hamburguesería, en la que se encontraba engañado por un tipo al que acababa de conocer y que con la excusa de invitarle, le utiliza para cometer el atraco, el cual sale mal, resultando el tipo muerto por la policía al salir del establecimiento, y nuestro hombre detenido al tratar de escapar de tan engorrosa situación, tras pasar mil y una putadas en el campo de trabajo de marras, logra fugarse y empezar una nueva vida (tras pasar las de Caín al burlar los controles puestos para atraparle), como constructor, al desarrollar las cualidades adquiridas en el cuerpo de ingenieros del ejército.
Magnifica y trepidante película (hasta la fuga es genial, luego al derivar por otros lógicos derroteros decae la acción, centrándose más en la interacción entre los personajes, eso sí, con unos imborrable diálogos), protagonizada por ese genio llamado Paul Muni, uno de los mejores actores de la época (Zola, Louis Pasteur, Scarface, etc.., hacia rotundamente creíble cualquier papel al que se enfrentara), arropado por unos enormemente eficaces secundarios, y que a lo largo de su metraje atesora, aparte de unas magnificas y pioneras escenas entre los muros de una prisión, que luego veríamos mil veces en producciones de todo pelaje, una soberbia dirección, en la que con una encomiable economía de planos, nos contaba de forma concisa, plenamente comprensible, y lo más importante, muy entretenida, todo una historia (estos directores eran unos genios, igualito que los aburre farolas trascendentes que nos castigan con mil y un artificios hoy en día).
A pesar del tiempo transcurrido, te la puedes enchufar hoy en día y disfrutarla como un enano (esta en DVD con una magnifica imagen y sonido y unos buenos subtítulos).
Todo un clásico, absolutamente recomendable.