Un racista “mad doctor” especialista en trasplantes, que ha completado con éxito el implante de una cabeza suplementaria a un gorila, (con el objetivo de que la nueva cabeza tome las funciones de la original y así quitar esta y quedarse con la trasplantada), ante su inminente muerte por un cáncer de pecho terminal, se las ingenia para conseguir el cuerpo de un condenado a muerte con el objetivo de trasplantar su cabeza a la del “voluntario”, (un gigantesco negro).
Tras efectuarse la operación, ya tenemos al mad doctor compartiendo cabeza con el negro en el cuerpo de este, llevándose el consiguiente disgusto cuando despierta y ve el cuerpo que le han buscado los ayudantes que efectuaron la operación (se excusan diciéndole que era el único que había a mano).
La cabeza del negro (que se suponía estaba fuera de servicio) cobra vida y a partir de aquí ya tenemos el lio del montepío, con el negro de dos cabezas emprendiendo la huida (en permanente conflicto con la cabeza del doctor) en un coche conducido por un rehén, que es un prestigioso médico negro que había sido menospreciado por el color de su piel, por el mad doctor al principio de la película y que inmediatamente hace buenas migas con la cabeza del negro, con la evidente contrariedad por parte de la cabeza del blanco.
Estamos ante un dislate perpetrado por American International Pictures (AIP), verdaderamente entretenido y divertido, plagado de unos diálogos desopilantes y de una puesta en escena lisérgica, (acojonante la huida con el bicéfalo y el rehén montados en una moto de cross a todo trapo, primero entre los participantes de una carrera de motocross, a uno de cuyos participantes se la habían sustraído y luego perseguidos por los coches de la policía), tanto más cuando la película está narrada en tono serio, no pretendiendo en ningún momento ser una parodia, en el que lo de menos es la mayor o menor calidad de los actores o los efectos especiales (entrañables por lo voluntariosos, ese gorila de 2 cabezas y el negro con 2 cabezas) y que, créanme, te hace pasar un rato verdaderamente entretenido.
Recomendable.