Hay que ver. 23 años. Dos décadas y pico lleva la familia amarilla de Springfield al pie del cañón en nuestras pantallas. Toda una vida, toda mi vida. No ha habido un momento de mi existencia, hasta donde me llega la memoria, en el que "Los Simpson" no hayan estado presentes (ya fuese con sus capítulos, con sus anuncios, en conversaciones o en todo tipo de productos de marca que se exponían en tiendas y centros comerciales). Resulta increíble la proeza del señor Groening, que empezó con sus personajes en 1987 con una tanda de breves cortometrajes de dibujo tosco emitidos dentro de un programa nocturno. En 1989 obtuvo una serie propia para ellos y desde entonces no han parado. Todo un récord.
Empezaron con problemas de tipo más bien casero (no queda dinero para la Navidad, la niñera es una delincuente, el gamberro del cole acosa a Bart, problemas matrimoniales...) y de ahí se plantaron en auténticos argumentos increíbles (Homer va al espacio, el oso de Burns, ¿quién le disparó a Burns?...), pero sin perder calidad por el camino, con una gracia inmensa y en aumento que evidencia el talento de sus sucesivos equipos de guionistas.
Han dejado una huella inmensa no sólo en la televisión, sino en la historia y, aunque estas últimas temporadas bajan bastante el nivel, el conjunto es sin lugar a dudas digno de un 9.
Desde luego, los de TVE deben estar lamentándose aún por haberla vendido a Antena 3 al poco de haberla adquirido, con la de sobremesas de éxito que podrían haber llenado.

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