Es curioso que una idea con un grandísimo potencial por su grandiosa puesta en escena y su cuidado trabajo gráfico (lo suficiente para convertirse en una película de culto al estilo de "Waterworld"), se convierta en un producto de usar y tirar como una bolsa de patatas fritas vacía (es decir, sin patatas fritas).

Todo aquí es intrascendente porque no tiene personalidad. Da igual lo bonito que sea el diseño y los efectos (notables), cuando lo demás no funciona. Aquí no hay alma y todo se cae. Nunca empatizas con la historia ni con los acartonados personajes. El guión tiene más agujeros que un queso de gruyere y las carencias acaban sumándose una a la otra abundando en un clímax donde se ofrece soluciones propias de un bazar "del todo a cien", atropellado, previsible y que sólo mueve a la mofa. El conjunto provoca vergüenza ajena en el sufrido espectador, cuando no un franco fastidio.

Al César lo que es del César: en cuanto a cosas positivas, te pegas unas risas de vez en cuando y al menos no te estafan en el apartado visual. A ver cuándo se aprende que al frente de estas producciones hay que poner a un director que se "crea" el proyecto, porque aquí la incredulidad y el bodrio terminan por imponerse gracias a un guión totalmente descuidado en todos sus detalles argumentales.

Pena penita pena...