Yo me preguntaba cómo sería el mundo conviviendo en armonía con los zombies. El resultado es una comunidad con limonadas, partidos de golf, barbacoas en el jardín y unos serviciales monstruos que se controlan mientras la luz roja se mantenga iluminada en sus cuellos.

Vamos, el mismo mundo de ahora, pero los esclavos serviciales están muertos (o no, según el concepto que persiga a cada uno cuando piensa en muertos vivientes), con la ventaja de no tener salario ni necesidad de alimentarse.

La única pega es que falle el sistema de control cerebral y se coman a los vecinos, un percance que se puede solventar fácilmente, de todos modos, a todo se acostumbra la gente.

Así, en un idílico mundo donde en los entierros se predica que polvo fue, en polvo se convertirá y del polvo nunca regresará, se puede conseguir un amigo-zombie y entre amigos, y más siendo uno un niño, no hay delatores, las travesuras se ocultan, sea perder una pelota, sea enterrar a la vecina quisquillosa.

Al final las amables mascotas se hacen querer a base de gruñidos y ojitos rígidos, forman parte de la familia, y si es necesario reventar la cabeza del resto de zombies zampa-vivos, aunque sean iguales que tu mascota, se hace, para eso enseñan en el colegio a manejar todo tipo de armas.

Pongan una mascota en su vida, viva, muerta, lo mismo da, su fidelidad será eterna si le cuidan y le dan cariño, con unas pautas básicas sus vidas serán mejores:

- no me comas
- no estropees el césped
- no gruñas a los otros zombies

Con una limonada de recompensa tras estas enseñanzas, felicidad garantizada.