El mago de Oz, todo un clásico del cine y que se lo ha ganado sin ningún tipo de ayuda, un clásico inolvidable que ha marcado la infancia de muchas generaciones y eso es bastante difícil de conseguir.

Quizás para días como hoy la película se queda corta en medios si se compara con las últimas creaciones sobre todo de nuestro esperpéntico Tim Burton, si se compara con sus película El mago de Oz del año 39 se queda un poco corta pero sin embargo esta película posee algo que no da ningún avance técnico, la inocencia de la infancia, una película para los más peques pero un fondo para la eternidad, así es esta obra inolvidable.

Los escenarios se sienten pero te gustaría estar en ellos y por un momento así te sientes, los vestuarios de los personajes, parecen de un cuento teatral pero da igual, son tan sinceros que dan ganas de abrazarlos y la increíble Garland, un regalo para la película, su tierna inocencia y su sincera bondad inundan la película.

Estos son los principales elementos que han inmortalizado a esta gran película y se verá por siempre y para siempre.

El fondo humano es increíble, la amistad, el amor, la humildad, el valor...son valores que se sienten en la película, sus personajes no solamente hablan de ello sino que los trasmiten, unos valores que dan un toque de esperanza a lo negativo que en la actualidad se puedan respirar.

Un cerebro para poder pensar pues hay gente que habla mucho y no tienen cerebro, un corazón para poder sentir y llorar y por lo tanto, poder sufrir y mucho valor para poder enfrentarse a los problemas que la vida nos proponga, mucho mucho valor.
Tres personajes que respresentan tres valores y todos ellos guiados por la humildad de la tierna Garland con su precioso y tierno perrito.

Un grupo de amigos que son ejemplo de amistad, una película llena de valores y sinceridad, sin duda, una obra inolvidable.